A modo de propósitos de año nuevo
Sonreír todos los días y que sea sin motivo, mojar pan en
aceite temprano de Jaén, bailar en el salón un agarrado con Frank Sinatra y un
desbocado con Little Richard, comer con las manos (y si es de tus manos, mucho
mejor), viajar tanto como sea posible, despertarme en mitad de la noche y no
asustarme porque estés a mi espalda, quedarme despierta hasta el amanecer
viendo un combate de boxeo y recordar a mi yo pequeña antes de saber que era
vulnerable, volver a ver Azul, Rojo y Blanco de Kieślowski, babear de orgullo cuando mis amigos y amigas se suban a un escenario convertidos en gigantes, chuparme los dedos después de comer y
cerrar los ojos para alargar el sabor de la magia, ir a un concierto de jazz
cada semana, ver triunfar a la gente que quiero, leer a más poetas mujeres, seguir
el sentido de los lunares de tu regazo sabiendo que el camino es mucho mejor
que el destino, celebrar el 14 de abril y recordar que sí se puede, volver a
Italia, tirarme a la piscina, no escatimar los te quiero, ni los perdón, ni los
gracias, probar vinos nuevos, recordar cada día la importancia de la libertad y
que todos y todas merecemos ser libres (también de nosotros y nosotras, aunque
duela), inventar recetas, equivocarme sin sentirme culpable, mirarme al espejo
y piropearme, volver a correr diez kilómetros, perderme con el coche sin estar
muy segura de querer encontrar la salida, pintarme los labios de rojo, retomar dos
proyectos de narrativa abandonados, inventar chistes tontos (y que te rías),
ver a mi sobrina mayor dar un concierto de clarinete, jugar con mi sobrina
pequeña a lo que ella quiera, dormir desnuda en invierno porque en la cama sea
verano, olvidar los adjetivos y los pronombres posesivos, ponerle rostro al
miedo para reconocerlo aunque se disfrace, oler el papel de los libros recién
comprados, colgar la sonrisa como bandera en el balcón de mi casa, soltar
lastre y romper todas las cadenas emocionales, darme crema en los pies porque
estén cansados de saltar, reconocer la vida cuando se me ponga delante con un
vestido sexy, quererme, quererte y querernos cada día un poco más, comer queso
y chocolate importándome más sus valores sensitivos que los calóricos, ponerme
minifalda, asegurarme de que mi gente sepa que siempre hay un plato en la mesa
con su nombre, decirle a mis amigas (también a mis amigos, pero sobre todo a
mis amigas) lo hermosas que son, brindar mirándonos a los ojos, no poner la
otra mejilla al enemigo, no estar nunca tan ocupada como para no poder dar mi
tiempo ni mis oídos a quienes me quieren, emborracharme y hacer un poco el
ridículo, no intercambiar ni una palabra amable con los miserables que
defienden políticas que hacen del mundo un lugar mucho menos habitable, que me
duela la barriga de tanto reírme, defender el feminismo como único salvoconducto
posible, cantar hasta desgañitarme de alegría viejas canciones (aunque sean
horteras), terminar 2018 tan bien acompañada como 2017, saber siempre que
podemos ser mejores personas y no dejar de intentarlo ni un segundo, subirme a
unos tacones y sentirme bellísima, recitar y escuchar recitar a quienes admiro,
sonreír todos los días y que sea sin motivo (aunque ya lo haya dicho).
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Espero que te guste
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