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Mostrando entradas de julio, 2006

Cuando te entra complejo de Murphy (el de la ley)

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En las últimas semanas, los mismos astros que anteriormente se confabularon para hacerme descubrir tesoros musicales, se han unido para demostrarme que son capaces de gastarme muchas "putaítas". La famosa ola de calor sería sólo una página del periódico si yo no viviera en un terrenito que "Super Gallardón" ha decidido convertir en un parque temático de excavadoras, polvo, cucarachas, ruidos y tierra. De modo que, a punto de salir ardiendo por combustión espontánea, me pongo en contacto con una superficie comercial de las de toda la vida, de las de "ya es primavera en", de las que te vieron crecer y en las que viste comprar a mamá desde que llevabas pañales. Pero parece que han decidido adelantar la celebración del día de los inocentes conmigo y me están "guaseando" sobremanera. La inseguridad laboral sólo sería una cosa que le pasa a los demás si, hace unas semanas, mi jefe supremo (que vive pegado a su inutilidad creciente directamente proporc

Redes, correos y consecuencias

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No dejan de sorprenderme las redes, subredes y contraredes que se van tejiendo en torno a la blogosfera. Un buen día decides crear un blog sobre jazz. Poco a poco, te vas corrompiendo y mezclas en una coctelera esquizoide sensaciones que te provocan ciertos temas de jazz y sensaciones que te causan personas ajenas al jazz. Pero da igual. Todo vale. Y si no, siempre nos quedará el infantil "es mi blog y hago lo que quiero" . Pero no queda ahí. Lo cierto es que a través de Google o de cualquier otro medio, la gente te encuentra, te lee, a veces te comenta (pocas) y en ocasiones recibes un email de un diseñador gráfico sobre el que hablaste, de un lector que te dice que tienes un don para escribir y que le alegras estas tardes de calor y desidia o de un tipo que está trabajando en algo relacionado con el jazz. El más extraño (y maravilloso) fue un mail de un pianista de jazz americano que me pedía consejo sobre qué clubs visitar en Madrid. (Y yo encantada, claro) Hoy he recibido

Sobre las situaciones jodidas

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Las situaciones difíciles no sirven para casi nada. Sólo para consuelos tontos, el refranero popular, o los chascarrillos de ancianos a los que les confundimos las arrugas con la metafórica sabiduría del paso del tiempo, nos dicen que nos hacen más fuertes, que nos hacen más templados, más sabios. Las situaciones difíciles sólo sirven para golpearnos brutalmente contra una verdad que nunca quisimos encontrar. Nos sirven para quitar los disfraces de amigos a personas que, simplemente, se esconden en una cobardía egoísta y te pasan la mano por el lomo, como si fueras un perro con la peste bubónica a punto de ser sacrificado. Las situaciones difíciles sirven también para darte cuenta de que hay compañeros cojonudos por los que nunca hubieras apostado dos duros. Y también personas a las que quizá nunca debiste idealizar en un peldaño de metacrilato (ya lo decía Woody Allen en aquella escena del infierno en “Desmontando a Harry” ). Saldré de ésta. Seguramente, como dicen los ancianos salpi