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Mostrando entradas de agosto, 2006

365 días

De cervezas con limón, de vinilos rebuscados en tiendas de segunda mano, de películas descubiertas al azar, de libros que vaciaron mi cuenta bancaria, de besos robados a un hombre que no podía estar conmigo (pero ya no se despega de mi lado), de blogs en los que me he perdido (y no quiero que nadie me encuentre), de guiños cómplices, de tardes en el Círculo porque Aarón me obligaba a ver al insoportable Rohmer, de neurosis laborales, de ideas para novelas apuntadas en el cuaderno que descansa en el segundo cajón de mi mesilla de noche, de conciertos compartidos con Roberto , con David, con Ana, de noches con Juanqui, Aarón, Risk, pollo tandoori y ron Brugal, de descargas del Emule fastidiadas al 96% (y también de barritas verdes que simbolizaban un nuevo disco en mi estuche de música), de personas nuevas, de personas viejas, de desilusiones, de ilusionamientos, de enamoramiento (que sí, Aarón, que creo en mi amor por El Hombre "ad aeternum"), de promesas hechas a Manolo para

Mingus, Cuernavaca

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Ni tanto ni tan calvo , me repetía mi madre en forma de coletilla de la andaluza de adopción que era. Creo que lo que en realidad quería decirme era que fuera templada, que no llamara la atención. Y, desde entonces, mantengo una esquizofrenia mental entre mi carácter y mi temperamento, o entre mi esencia y mi forma. Ni tanto ni tan calvo , que es un dicho muy sabio y muy conciso (pero también muy en desuso). Quizá debieran bordarlo en pan de oro (o a sangre y fuego) en las facultades de periodismo o, al menos, en las redacciones de las publicaciones culturales de nuestro país, que así nos luce el pelo (otro dicho menos andaluz y menos conciso). Antiguamente (quizá muchos lectores no habían nacido ni siquiera) los críticos eran seres malvados que, como la propia palabra indica, “criticaban” las obras de los artistas. A veces se pasaban, claro, y conseguían que el debutante genio cayera en una depresión creativa. El crítico ponía a parir a los “impresionistas”, que pintaban con brochazos

Desde la playa

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Tengo un correo electrónico que contestar. Hace un par de semanas, de pronto, alguien se coló en la bandeja de entrada para arrullarme los mimos que necesitaba. No es el primer mail que recibo gracias a este blog. En unas semanas, se cumplirá un año desde que entré por primera vez a este mundo de jass, cine y demás pasiones/vicios. Y, en estos meses, de tanto en cuando recibo una muestra de cariño que no me merezco, que no me pertenece y, de pronto, me siento tan c'est si bon... Escribo esto desde un ciber café de la playa, que es ese paraíso que no nos pertenece a los urbanitas de Madrid y que, sin embargo, sentimos atado a nuestra piel como el instinto de la maternidad o el de la patria, algo abstracto e intangible que está ahí sin saber cómo ni por qué. Os escribo esto desde la playa, desde una playa nudista a la que El Hombre me trajo por primera vez hace unas semanas. Era junio y yo aún arrastraba los complejos de mujer débil, bajita, rellenita y absurda. Los sigo arrastrando