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Mostrando entradas de septiembre, 2006

Caprichines de un sábado por la tarde

Ya he dicho alguna vez que Amazon es una de mis tiendas virtuales preferidas. No deja de sorprenderme las cosas que puedes llegar a encontrar. De modo que, a veces, por puro entretenimiento masoquista, pongo alguna palabra en el buscador y... a disfrutar. Mi padre no entiende que compre libros a través de una pantalla que él no ha llegado a entender. Se defiende escudándose en que pertenece a la generación Olivetti, y disimula su envidia con un "yo prefiero oler los libros en una librería pequeña". Hoy me he dado un caprichín. Cuando los gastos de envío superan al precio de la joya, una no puede resistirse. Os suena, supongo, La Revista (me refiero a Down Beat , claro). Pues mirad mi última adquisición . Ya empiezo a sentir la ansiedad y la impaciencia. Ahora, a mirar el buzón (el físico, el de mi portal) todos los días. Escuchando From This Moment On, de Diana Krall

Noche de insomnio

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¿Recuerdas la silueta de Sonny Rollins en la penumbra de un puente en blanco y negro que unía Manhattan con Brooklin? Allí estaba el pobre hombre. Seguramente pasaba frío. Seguramente hubiera echado en falta una casa llena y una mujer que le chillara desde la cocina si quería que le llevara una cerveza. Pero sus caseros, o sus vecinos (ya no recuerdo muy bien los detalles exactos de la historia), le habían prohibido ensayar en casa. De modo que el músico cogió a su amigo, lo metió en una funda y se fue al puente que une Manhattan y Brooklin (el mismo puente que Paul Auster retrata en sus novelas). El saxo de Rollins nunca fue tan triste, ni tan exiliado. Pero tampoco nunca una prohibición acústica dio como resultado un disco tan bueno. “The Bridge” . Antes había grabado “Saxophone Colossus” , que se convirtió en su “Kind of Blue” o en su “A Love Supreme” . Sin embargo, a mí me gusta escuchar “The Bridge” e imaginarme al músico pasando frío en un puente. Mirando de reojo a las jovenci

De por qué me he perdido

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No se puede escribir cuando se es feliz , me repetía como una cantinela mi amigo Aarón. Yo nunca estuve del todo de acuerdo, quizá más por el mero placer sádico de llevarle la contraria. Tal vez tuviera razón después de todo. Compruebo, día a día, que me busco mil excusas para no abrir la plantilla de blogger. Me pierdo en los canales del cable, en mis libros y en mis neurosis. Así que, cuando recibes una pregunta sencilla, de sólo una palabra, ¿Olvido? , te quedas con cara de culpabilidad frente a la pantalla. Te das cuenta, entonces, que esto del blog no es (sólo) una gilipollez que decidiste abrir un día, no es (sólo) una moda a la que se suman día a día empresas (hoy descubrí que hasta una revista de ocio tiene sus propios blogs corporativos) y todo tontiloco con algo que decir y mucho que callar. Después de todo, es un medio de comunicación (sé lo que me digo, señores teóricos del periodismo), una Torre de Babel, un suma y sigue de complicidades. (Gracias, Manolo , una vez más por