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Mostrando entradas de enero, 2006

Sobre Gary Burton

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Leo en Guía del Ocio: " RICHARD GALLIANO + GARY BURTON + DEE DEE BRIDGEWATER Tipo: Jazz & Blues El acordeón en el jazz Richard Galliano interpreta, compone y dirige una música que parece entrelazar casualmente reminiscencias de swing, ecos de tango, valses de bistro francés, baladas de Bill Evans, improvisaciones de Keith Jarrett e influencias de Charlie Parker y John Coltrane, y todo ello nos hace regresar a la mejor tradición francesa desde Couperin a Debussy y sobre todo Ravel. Su mayor mérito es ante todo la originalidad: sintetiza todas estas experiencias en una nueva música europea hecha de improvisación jazzística y muchos componentes de tradición mediterránea. Su otra habilidad es el manejo del acordeón (o bandoneón), instrumentos que han tenido siempre una difícil vida en el jazz. Local: Real Dirección: Pl. de Oriente, s/n Fecha: 26/03/2006 Fecha Fin: 26/03/2006 Hora: 19.30 h" Sobra decir que estaré ahí, porque ver un concierto de jazz en el Teatro Real puede se

Tengo tantas cosas

Tengo tres vinilos maravillosos de Duke Ellington . Tengo “On the Road” de Jack Kerouac . Tengo por fin la película “Short Cuts” de Robert Altman . Tengo un ordenador portátil y otro de sobremesa. Tengo Dormidina25 para superar el insomnio. Tengo un recuerdo amargo, uno triste, uno feliz y otro olvidado. Tengo el “Live in Paris” de Diana Krall regando mi salón. Tengo una taquicardia placentera por un sms en el móvil. Tengo un salón lleno de libros y pelusas. Tengo un armario lleno de cds y dvds. Tengo una novela medio terminada (o medio empezada). Tengo una ciudad donde fui una marioneta que no quiero volver a ser. Tengo dos amigos que llenan los días de sentido. Tengo un estanquero que me vende tabaco sin aplicarme la subida. Tengo un blog donde eyaculo mis neurosis, mis placeres y mis iras. Tengo un cuento que retocar para un concurso literario. Tengo un pasado que aúlla a veces debajo de mi cama. Tengo un amor que me encarama en una montaña rusa emocional. Tengo un trabajo que a vec

Hoy he sufrido un ataque de pánico

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Hoy he sufrido un ataque de pánico. El miedo me ha entrado por la vagina y me ha explotado por los ojos. Hoy he sufrido un ataque de pánico. De pronto, he dejado de oír las garras que me arañan bajo mi colchón. De pronto, he pensado que todos los fantasmas que se agolpan en mi armario, se llevaban a la nada mi pasado. Hoy he sufrido un ataque de pánico. Pensé que las entrañas se me llenaban de telarañas y de angustia. Pensé que por el hígado me sangraban adioses y monotonías. Pensé también que vomitaba por las manos castidades y destierros. Hoy he sufrido un ataque de pánico. Soñé que dejaba de ser la otra para convertirme en un fantasma encerrado en otro armario. Soñé que la música se apagaba y que nunca más oiría el Fly me to the moon . Soñé que hasta su heavy metal se avinagraba en el silencio. Hoy he sufrido un ataque de pánico. Después, he calmado mi miedo con un vaso de cerveza y con diez caladas de cigarro. He llorado, al despertar del susto. Y, aún un poco después, he vuelto a

Sobre los mensajes etílicos

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Hoy, al despertarme, me he encontrado con un "mensaje etílico" en el móvil. Los mensajes etílicos son aquellos que el ser amado te manda de madrugada en mitad de una borrachera más o menos descomunal. Me encantan los mensajes etílicos. Me arrancan una sonrisa y me hacen sentirme "Cést si bon". Estos mensajes son los que le dan sentido a las noches sola, a las mañanas del "cómo te echo de menos", a las tardes imaginando sus tardes... Estos mensajes son los que hacen que sigas ahí, que quieras seguir ahí. Algunas veces he hablado con mi amigo Aarón sobre este tipo de mensajes. Los dos nos reímos recordando los momentos en los que hemos escrito estos textos. Por alguna extraña razón, el ser humano necesita demostrar sus afectos (si es que los siente) cuando se ha bebido todos los cubatas de Madrid. Y a mí, que desde la adolescencia leo a Bukowski, siempre me han enternecido y seducido los hombres que me regalaban "tequieros" bajo los efectos del al

El jazz en la Alemania nazi

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Hoy estaba buscando en Internet cosas sobre jazz. Google es una herramienta sin la que ya no podría vivir. Ahora hablemos de marketing, de necesidades creadas o deseos descubiertos. El caso es que hace 10 años yo no tenía Internet (ni siquiera ordenador) y vivía tan feliz. Sin embargo, si me dijeran que debido al movimiento antiglobalización, a una Tercera Guerra Mundial o a la faena de un grupo de hackers cabreados, me castigan sin Internet, entraría en cólera, después sufriría síndrome de abstinencia y quizá querría asesinar a los culpables. ¿Quizá? No, el deseo estaría con toda seguridad. El caso es que estaba pasando la tarde, buscando excusas para no trabajar, y me encontré con un artículo muy interesante. El Dr. Miguel Bronfman escribe "El jazz en la Alemania nazi" y está publicado en la Fundación Memoria del Holocausto . Yo no tengo nada más que decir. Sólo os recomiendo su lectura. El jazz en la Alemania nazi

Melancolía, jazz y soledad

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Escuchando Affinity , de Bill Evans & Toots Thielemans . Se trata de un disco triste, de los que empiezan acariciándote la cabeza y acaban clavándote un cuchillo en el hígado para que se te salten las lágrimas. Escuchando Affinity , de Bill Evans & Toots Thielemans, tenía que acordarme, por fuerza, de Él. Hace más de un año, estábamos en el Blue Note de New York. Nuestra mesa estaba pegada al escenario y un ancianito belga tocaba la armónica. El ancianito era un hombre tremendamente carismático al que me apetecía abrazar y cubrir de sonrisas. El ancianito sonreía con la mirada y hablaba un inglés muy sencillo, muy cercano, muy humano. El ancianito se llamaba Toots Thielemans . Thielemans es un belga que ha introducido paulatinamente la armónica al mundo del jazz, consiguiendo unos matices que te elevan al séptimo cielo, te bajan a la penumbra más triste y, luego, te soplan un abrazo en la sien. Pocos músicos consiguen esa ruleta rusa de sentimientos en sus oyentes, pero Toot

Jesús Quintero, el loco que sentía

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Decidí que quería estudiar Periodismo el día que vi a Jesús Quintero entrevistar a un preso. No recuerdo mucho de aquel momento. Se me quedó grabada la historia, claro. Se trataba de un “correo” de cocaína. El crimen es lo de menos. El crimen siempre es lo de menos. Lo de más es el después. Lo de más es la vista atrás. Lo de más es la mirada amargada que no se arrepentirá nunca lo suficiente. No se trata de un sentimiento de culpabilidad, sino de la vergüenza de haber sido descubiertos. No se trata de vivir entre rejas, sino de no vivir en libertad. De no follar en libertad, de no comer, de no beber, de no fumar y de no leer como a cada cual le entre en gana. Recuerdo a aquel señor que entrevistaba al preso. Se llamaba Jesús Quintero y, años más tarde, se hizo conocido por entrevistar al Risitas y al Cuñao . Quintero es uno de esos periodistas con los que soñaban las niñas como yo. Tenía la voz rota de aguardiente y la garganta empapada en alcohol, sujetaba un cigarrillo y se follaba c

Smoke, de Wayne Wang

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La primera vez que vi Smoke , yo era una adolescente que soñaba con coger un tren que iba hacia el norte. En el Teatro Ideal Cinema, mis amigos me guardaban una butaca para ver una película sobre el tabaco, la droga que todos empezábamos a consumir en aquellos años. La droga que, a día de hoy, vuelve a tornárseme prohibida. La primera vez que vi Smoke , yo no sabía quién era Paul Auster ni Tom Waits . Y, sin embargo, aquella tarde, en aquel cine-teatro, me enamoré, por primera vez, de los dos. Acabo de ver Smoke . Lo bueno que tiene vivir sola es que no debes consultar la programación televisiva del día. No has de organizar unas elecciones democráticas ni luchar contra las series y programitas que tienen enganchado a todo el mundo. Lo bueno de vivir sola es que enciendes la tele y enchufas el dvd. Después te tumbas en el sofá y te tapas con una manta. No has olvidado prepararte una cerveza y has sido cuidadosa de no dejar el paquete de tabaco lejos. Y, entonces, ya puedes a

Retrospectiva a Charlie Parker y a un bar de Malasaña

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Domingo de rebajas, en todos los sentidos. Domingo de escapar de casa y gastar dinero y sonrisas. La Fnac siempre me acoge con los brazos abiertos (y la lectora de la tarjeta de crédito a punto) Así que hoy me di un caprichín. Porque me lo merecía. Porque lo necesitaba. Hay mujeres que se dan caprichos en Zara. Hay mujeres que se dan caprichos en una pastelería. Yo me doy los míos en la tercera planta de la Fnac. Charlie Parker. Rétrospective 1940-1953. Saga . Saga es una casa francesa que lleva años colándose en mi salón. Saben editar con gusto y elegancia. Y el jazz es cosa de gusto y elegancia. Este cofrecito es un auténtico tesoro. Tres cds en pequeñas fundas con dibujos de acuarela. Los dos primeros se nutren de temas de la discografía oficial de Parker . Sin embargo, el tercero es una joya y una justificación de los 17,50 € . El tercer cd incluye actuaciones en directo y grabaciones particulares. Junto a ellos, se presenta un libreto de 90 páginas (en f

Azul y jazz

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Kind of Blue ; Rhapsody in Blue; Black and Blue; Blue Train; el sello Blue Note ... Azul. Azul y jazz. El azul es el color de la melancolía. La melancolía de los esclavos negros que, mucho antes de que naciera el jazz, ya tenían sus "blue devils". Los demonios azules servían para señalar el estado de melancolía de los esclavos negros. Los músicos de blues nos hablan de las "blue notes", unas notas que llegan a ser casi una desfinación y que provocaban un cierto desasosiego en los dueños de las plantaciones. Las "blue notes" pasaron al jazz y, en ciertas piezas, una se apodera de la melancolía del músico, del desasosiego del dueño de la plantación. Azul. Azul y jazz. El jazz es una ruta alternativa para escapar del sufrimiento. El jazz como canción para huir del desamor, del racismo, de la soledad... El azul melancólico. El azul frío. El azul elegante. El azul arrogante de Miles Davis al tocar de espaldas al público. Azul. Blue. Kind of blue . ¿Por qué es

La Sangría de las Cuevas del Sésamo

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La Resaca. La madre de todas las resacas. Los reyes no vinieron anoche a casa. He debido hacer algo mal y me han dejado carbón. Carbón resacoso. Anoche ya sabía que los reyes no harían escala en mi cama, así que mis amigos Aarón y Juanqui me llevaron de borrachera. Las Cuevas del Sésamo. Cuatro jarras de sangría mágica y mucho tabaco (son señores listos y han decidido que se pueda fumar). Aarón me acariciaba el pelo cuando me notaba el alcohol-tontorrón. Juanqui me arrancaba risas y me hacía sentir que no había ninguna compañía mejor. Mucho jazz no es que hubiera. Lo más parecido, una versión muy libre del pianista de "El tiempo pasará" (el tema de "Casablanca" ) ¿Sangría con ingredientes mágicos? Pues que sean cuatro jarras, una detrás de otra. El camarero ya nos advirtió al pedir la tercera. "Una por cabeza es borrachera. Más, salir a gatas". A gatas no salimos, pero sí a saltitos. Saltito a saltito hasta llegar a otro pub. Brugal con coca cola. Borrache

Insomnio y Medianoche en el Jardín del Bien y del Mal

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Son las seis y media de la madrugada y acabo de ver por enésima vez "Medianoche en el Jardín del Bien y del Mal" (Midnight in the Garden of Good and Evil). Dirigida por Clint Eastwood y protagonizada por John Cusack, Kevin Spacey, Jude Law, Alison Eastwood (la hija actriz que siempre sale en Trivial Pursuit y a la que nunca recordamos). Se trata de una película de Clint Eastwood que no me canso de ver. Ya he hablado aquí del "último" director clásico. Ya he hablado de lo mucho que me gusta su forma de contar historias, su elegancia al enfocar la cámara, su estética musical... Como esta noche tocaba insomnio, pasada la una de la madrugada, puse "Space Cowboys", película de Eastwood sobre cuatro viejetes que son mandados al espacio. Lo que pretende ser una comedieta fácil y comercial, acaba llevando su sello, aunque sólo sea por la banda sonora jazzera. Y es que sólo se le puede ocurrir al gran Clint Eastwood . No deja de parecer una coña que se music

Divagaciones nocturnas con tabaco, ron, Billie Holiday y su Don't Explain

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La gran Billie Holiday Son casi las cuatro de la madrugada. Ya es dos de enero, un día que supuestamente iba a traerme mucha felicidad. Segundo cubata de ron. Sonrío. Recuerdo aquellos días en los que no entendía a la gente que bebía sola. Vuelvo a sonreír. Cojo la copa y vuelvo a beber. Enciendo un cigarro. Suena por tercera vez el disco “Don’t Explain” de Billie Holiday. La canción que da título al álbum nos muestra esa voz que se ganó la etiqueta de ser la más triste y auténtica del jazz. Cuando sacó este tema, hacía poco tiempo que se había casado con el trompetista Joe Guy que, como ella, era adicto a la heroína. La voz triste se desliza entre mi copa de ron, el cenicero humeante y el salón tan lleno de desorden y de ausencia. La canción que da título al disco se me queda balanceando en la sien. En ella, le pide a su pareja que no le explique nada. Le ruega que no le explique por qué tiene marcas de pintalabios. Le dice que ella es feliz porque él ha regresado. Y vuelvo a sonreír.