Lo que pienso del cine
No debe hacer ni un año. El escenario era un garito de Malasaña. Las lenguas de los Rolling adornaban unas paredes sucias, más por estética que por falta de higiene. Yo hablaba de Jazz, porque estaba con mi amigo Juan, que sabe de jazz lo que yo me moriré sin saber, y por ello a veces le envidio de una forma muy insana. (Juan, no sabes cuánto de echo de menos)
Algunas noches nos juntábamos los cuatro (mi mejor amiga, Juan, que siempre se portó como el mejor amigo, El Hombre y yo). Cenábamos. Juan siempre pedía ensaladas, porque quería guardar la línea. Yo prefería platos menos sanos y más sabrosos. Él refunfuñaba un rato. Los fritos por la noche, los hidratos por la noche, la madre que nos parió por la noche... Y, entre tanto, divagábamos. Hablábamos de ya no se hacen películas como Manhattan, de ¿te gusta la Verve (casa discográfica)? ¿tú decías que te gustaba el jazz?, de ¿sabes que han sacado un libro de Coltrane? Ya lo tengo. Juan siempre lo tenía todo. Yo me burlaba de su pedantería, él se hacía el picajoso y, entre tanto, la felicidad se me asomaba a las pupilas. (Juan, no sabes cuánto de echo de menos)
Una noche, con más ron en el cuerpo que hojas de lechuga, me dijo el jazz está muerto. Se murió hace tiempo. Y me enfadé, me puse defensora/fascista de una causa perdida de antemano. Juan sabe de jazz lo que yo nunca sabré, pero también sabe del arte de la oratoria. A medida que él desarmaba mis argumentos yo me enfadaba más y más y más y más. Creo que hasta le insulté. Él me respondió con una carcajada. Había ganado la batalla. Cuando me chillas o cuando me insultas, pierdes automáticamente la pelea, me decía mi abuelo, que sabía leer a duras penas y era el hombre más sabio del mundo. (Juan, no sabes cuánto de echo de menos)
Y ahí se me quedó la amargura de la batalla perdida. El jazz no está muerto, Juan, pienso de vez en cuando, cada vez que una canción me araña las encías. El jazz no puede estar muerto, Juan, suplico cuando necesito convencerme a mí misma.
Sin embargo, sí digo el cine está muerto. Se lo llevo diciendo algún tiempo al Hombre. [No ayuda que me encuentre escribiendo sobre el uso del jazz en el cine mudo, desde luego]. Pero no me refiero a que el cine haya muerto, claro que no, sería reconocer que ha muerto uno de mis amantes preferidos, aquel que me salva la vida a una velocidad vertiginosa de tanto en cuando. Me refiero a la concepción hasta ahora entendida. Me refiero a que hace mucho tiempo que no me engancha la noticia de un próximo rodaje. Me refiero a que no recuerdo la última vez que busqué en foros a un director de cine. Me refiero a que ya no hablo con nadie de la película que vi el sábado. Sin embargo, sigo en twitter los comentarios sobre ese otro cine, tan menospreciado por los puristas del cine (ya he dado muchas veces mi opinión sobre los puristas de lo que sea). También, sin embargo, cuando leí en la Bourbon que Meat Loaf salía en el episodio 20 de la quinta de House, me faltó tiempo para bucear en internet con el ansia encendida en las uñas mordisqueadas.
Hernán Casciari, con la excusa de hablar de Lost en su blog, se apoderaba hoy [entre líneas] de mis pensamientos. Y, tras leerle, me he sentido mucho menos sola. Me he acordado de mi enfado por el jazz ha muerto y he echado mucho más de menos a Juan. Un día de estos debo de llamarle para decirle ya entiendo lo que querías decir. Por cierto, no sabes cuánto de echo de menos.
Algunas noches nos juntábamos los cuatro (mi mejor amiga, Juan, que siempre se portó como el mejor amigo, El Hombre y yo). Cenábamos. Juan siempre pedía ensaladas, porque quería guardar la línea. Yo prefería platos menos sanos y más sabrosos. Él refunfuñaba un rato. Los fritos por la noche, los hidratos por la noche, la madre que nos parió por la noche... Y, entre tanto, divagábamos. Hablábamos de ya no se hacen películas como Manhattan, de ¿te gusta la Verve (casa discográfica)? ¿tú decías que te gustaba el jazz?, de ¿sabes que han sacado un libro de Coltrane? Ya lo tengo. Juan siempre lo tenía todo. Yo me burlaba de su pedantería, él se hacía el picajoso y, entre tanto, la felicidad se me asomaba a las pupilas. (Juan, no sabes cuánto de echo de menos)
Una noche, con más ron en el cuerpo que hojas de lechuga, me dijo el jazz está muerto. Se murió hace tiempo. Y me enfadé, me puse defensora/fascista de una causa perdida de antemano. Juan sabe de jazz lo que yo nunca sabré, pero también sabe del arte de la oratoria. A medida que él desarmaba mis argumentos yo me enfadaba más y más y más y más. Creo que hasta le insulté. Él me respondió con una carcajada. Había ganado la batalla. Cuando me chillas o cuando me insultas, pierdes automáticamente la pelea, me decía mi abuelo, que sabía leer a duras penas y era el hombre más sabio del mundo. (Juan, no sabes cuánto de echo de menos)
Y ahí se me quedó la amargura de la batalla perdida. El jazz no está muerto, Juan, pienso de vez en cuando, cada vez que una canción me araña las encías. El jazz no puede estar muerto, Juan, suplico cuando necesito convencerme a mí misma.
Sin embargo, sí digo el cine está muerto. Se lo llevo diciendo algún tiempo al Hombre. [No ayuda que me encuentre escribiendo sobre el uso del jazz en el cine mudo, desde luego]. Pero no me refiero a que el cine haya muerto, claro que no, sería reconocer que ha muerto uno de mis amantes preferidos, aquel que me salva la vida a una velocidad vertiginosa de tanto en cuando. Me refiero a la concepción hasta ahora entendida. Me refiero a que hace mucho tiempo que no me engancha la noticia de un próximo rodaje. Me refiero a que no recuerdo la última vez que busqué en foros a un director de cine. Me refiero a que ya no hablo con nadie de la película que vi el sábado. Sin embargo, sigo en twitter los comentarios sobre ese otro cine, tan menospreciado por los puristas del cine (ya he dado muchas veces mi opinión sobre los puristas de lo que sea). También, sin embargo, cuando leí en la Bourbon que Meat Loaf salía en el episodio 20 de la quinta de House, me faltó tiempo para bucear en internet con el ansia encendida en las uñas mordisqueadas.
Hernán Casciari, con la excusa de hablar de Lost en su blog, se apoderaba hoy [entre líneas] de mis pensamientos. Y, tras leerle, me he sentido mucho menos sola. Me he acordado de mi enfado por el jazz ha muerto y he echado mucho más de menos a Juan. Un día de estos debo de llamarle para decirle ya entiendo lo que querías decir. Por cierto, no sabes cuánto de echo de menos.
Comentarios
Besos. De los nuestros.
En fin, siempre nos quedará Manhattan...
Por cierto, ¿qué tal en Guantánamo, cosita linda? A ver si los mandas ahí mismo y me das algo que me debes...
...aparte de un abrazo lindo de los tuyos, claro.
Besitos
Me parece que te confundes de "Rafa"...
Pero me apunto la recomendación de Annie Hall, reconozco que no la he visto (shame on me!)
Besos!
Besitos