Mudanzas
No es fácil meter toda tu vida en cajas. Ni es fácil ni es agradable. Al final se te coge un nudo en la espalda de levantar tanto libro empaquetado.
Ya van ocho mudanzas y ocho montones de basura. Siempre pienso en guardar esas películas en vhs que no volveré a ver nunca (pero ya sabes por qué no puedo tirar a Rita, ni a Marilyn, ni a Humphrey a un contenedor con restos de lenguado congelado y piel de muslo de pollo).
En cada mudanza se van repitiendo las mismas situaciones, aunque siempre me prometo que voy a eliminarlas de mi vida.
Siempre se repite mi Síndrome de Diógenes. Siempre tengo menos cajas que cosas con que llenarlas. Siempre hay alguien que decide romperse su espinazo conmigo. Y siempre dejo para lo último mi pequeña cadena de música y mis discos favoritos. (Y por eso, también hoy, me he acordado de Manolo).
Para meter los libros de trabajo he elegido a Professor Longhair, que es lo más cercano que conozco a la tonalidad "azul gamberra" de la música. Ya sabes a cuál me refiero, ésa que nos salva la vida, nos da un empujón cuando queremos tirar la toalla empapada y nos mete un revolcón salvaje en la desidia. (Al fin y al cabo, tú y yo estamos hechos de la misma pasta, ¿o no?)
Ya van ocho mudanzas y ocho montones de basura. Siempre pienso en guardar esas películas en vhs que no volveré a ver nunca (pero ya sabes por qué no puedo tirar a Rita, ni a Marilyn, ni a Humphrey a un contenedor con restos de lenguado congelado y piel de muslo de pollo).
En cada mudanza se van repitiendo las mismas situaciones, aunque siempre me prometo que voy a eliminarlas de mi vida.
Siempre se repite mi Síndrome de Diógenes. Siempre tengo menos cajas que cosas con que llenarlas. Siempre hay alguien que decide romperse su espinazo conmigo. Y siempre dejo para lo último mi pequeña cadena de música y mis discos favoritos. (Y por eso, también hoy, me he acordado de Manolo).
Para meter los libros de trabajo he elegido a Professor Longhair, que es lo más cercano que conozco a la tonalidad "azul gamberra" de la música. Ya sabes a cuál me refiero, ésa que nos salva la vida, nos da un empujón cuando queremos tirar la toalla empapada y nos mete un revolcón salvaje en la desidia. (Al fin y al cabo, tú y yo estamos hechos de la misma pasta, ¿o no?)
Comentarios
Besos, my darling.
Desde New Orleans JazzFest, muchos besos. Ya ves, este aNo tambien me he venido por aqui, a salvarme unos dias de la musica, con mas musica.
Besos.