Sexo musical (I)
No sé qué tiene su trompeta, pero parece que quisiera oler el color de un suspiro. Se balancea, en un estado de embriaguez lúcida. Te arrastra con ella en un remolino de paz y locura. Te llevas la copa de vino a los labios. No apetece beber sin más. No en presencia de Wynton. De modo que te deleitas en la madera, en la fruta, en ese poso que te reseca la lengua y te explota en la garganta.
No sé qué tiene la postura de sus labios cuando se folla a su trompeta, pero consigue que ella piense que él ha sido su mejor amante. También lo pienso yo, que asisto a su coito como una voyeur cobarde que se esconde tras la distancia de un equipo de música. Cierro los ojos, claro. Le imagino, a Wynton, lamiendo suave, detenidamente, el clítoris de su compañera, deleitándose en los pequeños detalles, en su respiración, en su temperatura, en su contorno. De pronto, el experimentado amante sube el ritmo de su extraño cunnilingus y la trompeta se rompe en un orgasmo acústico. Cuesta aplacar las ganas de vitorear a la pareja. Cuesta callarse tanta belleza y tanta pasión desbocada.
No sé qué tiene esta canción. Pero esta noche se me antojaba como la musicalización de lo único. Será que ando con las hormonas revueltas. O será que, en efecto, he asistido a un polvazo tremendo. Sólo que lo estaban echando un músico y su trompeta. Y si crees que un hombre y su instrumento no pueden practicar sexo, entonces, es que no has entendido nada de todo este mundo mágico que es la música.
No sé qué tiene la postura de sus labios cuando se folla a su trompeta, pero consigue que ella piense que él ha sido su mejor amante. También lo pienso yo, que asisto a su coito como una voyeur cobarde que se esconde tras la distancia de un equipo de música. Cierro los ojos, claro. Le imagino, a Wynton, lamiendo suave, detenidamente, el clítoris de su compañera, deleitándose en los pequeños detalles, en su respiración, en su temperatura, en su contorno. De pronto, el experimentado amante sube el ritmo de su extraño cunnilingus y la trompeta se rompe en un orgasmo acústico. Cuesta aplacar las ganas de vitorear a la pareja. Cuesta callarse tanta belleza y tanta pasión desbocada.
No sé qué tiene esta canción. Pero esta noche se me antojaba como la musicalización de lo único. Será que ando con las hormonas revueltas. O será que, en efecto, he asistido a un polvazo tremendo. Sólo que lo estaban echando un músico y su trompeta. Y si crees que un hombre y su instrumento no pueden practicar sexo, entonces, es que no has entendido nada de todo este mundo mágico que es la música.
Comentarios
Lo tuyo con las teclas en este ultimo post tambien es comparable a un buen polvo :)
Buenas noches de voyeur
Jose
Besos, hoy sólo besos.
Un beso.
José Miguel: Se presta, desde luego. Y sé que tú lo entiendes. Besos, sólo besos.
Jules: Merci.
Franetico: ¿Por qué no puedes? Besos, delicioso
Manolo: Tu comentario me deja un consquilleo borrachín. Gracias guapo. Y besos. Muchos