Cuando no puede ser una mera casualidad


En la película “Maridos y Mujeres”, el personaje de Jack (Sydney Pollack), al separarse de su mujer, empieza a salir con una profesora de gimnasia. Woody Allen, que quiere dejarnos claro que es rematadamente tonta y que su único “encanto” es un culo prieto, la pincela como vegetariana y creyente en astrología, horóscopos y todo tipo de chorradas subyacentes.

Pero, o la constelación de Venus se ha alineado esta noche con el vigesimosegundo satélite de Urano, o no entiendo qué ha pasado esta noche, ni mucho menos por qué.

Quizá debería empezar por el principio (perdonen, siempre vuelvo un poco alunada de los conciertos)

Erradizo y yo habíamos quedado en ir a ver a un saxofonista polaco del que no habíamos oído hablar en nuestra vida. Pero el Populart siempre es una opción y nos apetecía descubrir cómo soplan los músicos de Varsovia (aunque a lo mejor éste nunca ha estado en Varsovia).

Pero, oh sorpresa, oh estupefacción, oh agilipollamiento facial, el Populart, que no cierra nunca, que abre aunque la Selección esté jugando la Final (a por ellos, chicos, oe oe oe)... Estaba con las verjas echadas y ninguna nota de explicación. Pero como estamos en la era de la telefonía inalámbrica y hasta movediza, llamamos al número de un bar “asociado” a nuestro club de verjas echadas y ausente de notas. Y, para mayor sorpresa, para mayor agilipollamiento facial, nos dicen que están de obras. Claro, cuando estás frente al club y por los cristales no se ve ni un triste martillo, cuesta creer que todo esto sea una simple casualidad (y quien haya visto “Magnolia” , que se vaya preparando).

Nada podía hacer pensar que acabaríamos donde acabamos. Pero aún es pronto para eso.

Llamadas telefónicas a amigos/jefes/compañeros de trabajo “conectados a una wireless” para que nos indicaran programaciones de otros clubs. Fracaso total. Así que vamos uno por uno. En “Café Central” habían decidido hacer una especie de ciclo de nuevos talentos. Y yo, que tengo una cultura audiovisual muy yankee, no quería ver a la hija rubia del tercero asesinando a la música con los filos de copas de vino. Así que intentamos buscar “El Junco”,pero en algún momento se nos ha perdido del mapa. Posiblemente la famosa alineación de la constelación de Venus con el vigesimosegundo satélite de Urano tenga algo que ver. Habrán decidido teletransportarlo para que no pudiéramos joderle los planes.

Como tanto Erradizo como yo somos un poquito cabezones y queríamos ver jazz, el pobrecito intenta entenderse con el callejero de Google de su móvil. Pero Google es un poco cabrón y Erradizo está demasiado hastiado de hablar con máquinas. Así que nos costó un poquito encontrar la calle Barco. Pero, con paciencia y salivita el elefante a la hormiguita le hizo algo más que cosquillas. Así que, con la cerveza con limón aún en la recámara digestiva, hicimos la tercera ginkana del día (yo es que ya me he aprendido todas las fases del “San Andreas M30 - powered by Gallardón” y quería un videojuego nuevo).

Ya he hablado de la alineación astrológica. Así que, cuando llegamos a Barco Bar, han decidido programar “Canción Francesa”. Y si hubiéramos ido al “Segundo Jazz”, habrían traído a los Romeros del Rincón de la Victoria a hacer una maratón de sevillanas, como apuntaba, muerto de miedo, el pobre Erradizo. Porque hoy, en Madrid, no parecía existir el jazz.

Así que, aunque habíamos desechado cuatro o cinco veces acabar en el Bogui Jazz, al final, cedimos y emprendimos un nuevo paseo por ese animado, seguro (y nada levantado en obras) centro de Madrid. Callejones oscuros, muchos. Aunque he de decir que el número de atracos y violaciones con sodomización que padecimos asciende al número de cero. Sin duda, era nuestra noche de suerte.

Cuando llegamos al destino que las malas artes de la astrología había ido tejiendo a nuestras espaldas, nos encontramos con un cuarteto que, en principio, no llamaba mucho la atención. Sobre todo porque lo capitaneaba una chica llamada Florencia Aragón. Y el nombre de una cantante de jazz no puede ser Florencia. Pero, qué más daba, lo estábamos regalando todo. El Bogui siempre está a reventar, cobran entrada, no vamos ni a poder bebernos la copa tranquilos... ¿Y? La cosa es ver jazz, que somos muy pesaditos y cabezones.

Pues nada, el camarero nos pide que nos sentemos en esa mesa, en primera fila, fabulosa, que, curiosamente, es la única libre de todo el local. En la mesa de al lado, cual escena entre lo mafioso y lo excéntrico, el dueño del Bogui (este tipo merece un post aparte, es muy difícil describir a un hombre que lleva sombrero y traje de lino blanco sin acabar hablando de los señorones gays de las grandes plantaciones sureñas de algodón). Y, en el escenario, un pianista, un contrabajo, una batería y Ella (Florencia me resulta mucho menos erótico, ustedes me perdonan).

Mi primera reacción fue odiarla, como odio siempre a todas las mujeres que son guapas y atractivas. Llamémosle misoginia o inseguridad, quizá sólo una manía. Al oírla cantar, tan bien, el odio hacia ella se incrementó. No se puede ser guapa, estar tan buena, llevar ese escote y esas sandalias de tacón perfecto y, encima, cantar jazz y cantarlo bien. Pero, como Ella, además tenía una simpatía escénica y un carisma arrollador, mi odio acabó metamorfoseándose en una seducción y embobamiento que, al final del concierto, no sabía muy bien si era heterosexual o si era lesbiana. O, puede, simplemente, que haya estado soñando todo este tiempo que soy una mujer y, en realidad, me parieron con pene y testículos. Además, el “comentario cabrón” de Erradizo puede estar corroborando esta teoría. En un momento dado, mirando a dos señoritas, piensa en voz alta “¿Por qué todas las tías de este bar siempre son tan altas?”.

Una se mira de arriba abajo, y como sé que mi ego se encierra en un habitáculo de 158 centímetros, le espeto “soy mujer y estoy en este bar, aunque no te hayas dado cuenta”. Pero le perdono, a Erradizo le personas cualquier cosa, como a Ella, porque a la gente con carisma y simpatía escénica les permites siempre que suelten el “comentario cabrón” de la noche.

Ya de vuelta a casa, aún alunada con Ella, con la versión de “Cry Me A River”, que ya le había oído a Julie London y a Diana Krall (otra mujer que me hace replantearme mi heterosexualidad), me dio por pensar en que, a veces, una constelación se alinea con un satélite cualquiera y hace que, esa noche, hayas acabado en el sitio en el que tenías que estar. Porque, esta noche, yo necesitaba (sin saberlo) el aullido de Ella mucho más, muchísimo más, que a una trompeta polaca perdida en un club de Madrid. A veces, todo se sincroniza, la música te demuestra de nuevo por qué la necesitas tanto, se te tatúa la sonrisa en el ombligo y te repites, en bucle, que “esto no fue una mera casualidad, estas cosas pasan todo el tiempo”, parafraseando la voz en off del magistral comienzo de “Magnolia”.

Comentarios

Erradizo ha dicho que…
¡Por un momento pensé que nos quedábamos sin Jazz!, menos mal que salió todo bien... por cierto, tengo preparado mi post al respecto de este concierto, a la hora de comer lo pongo...

besitos
Anónimo ha dicho que…
Qué tono de seducción tan alto parecía llevar, según lo cuentas, aquella chica, encima del escenario... Con chicas como esa, yo me reafirmo en mi heterosexualidad.


Saludos escandinavos
Alex W. Levine ha dicho que…
Tremendo Blog, felicitaciones, estaremos visitando periodicamente el talento con que escribes.

Te invito a visitar mi blog de Jazz,
http://simplementejazz.blogspot.com/

Denuevo te felicito por tu trabajo, ya te linkié en mi blog,,, arriba con el Jazz!...
Alex W. Levine.-
Anónimo ha dicho que…
jajajaja, perfecta.
Inperson
jazzpalabrasywhisky.blogspirit.com
Manolo ha dicho que…
Olvido, quiero que vengas a vernos tocar, y después - si te apetece claro - escribas uno de estos posts alunados. Por favor!!!
Próxima Jam: 5 de Julio, 23:00 (+o-). Imperio Pop, c/ Fermin Caballero 4.
Besos
Olvido A. ha dicho que…
Ay, Manolo, toca B.B.King... Te has buscado un día horrible :( Siempre te digo lo mismo, pero la próxima vez estaré en primera fila. Besotes guapo

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