Este año tampoco iré
No iré a New Orleans este final de mes.
No iré al New Orleans Jazz Fest.
Otro año más en el que no dejaré que los sueños se me escurran mezclados con la babita. Esa babita que se te cae cuando Peter Pan vuelve de pronto para llevarte a esa tierra de Nunca Jamás en la que no pasa el tiempo porque, en realidad, todos están muertos.
No iré al New Orleans Jazz Fest.
Otro año más en el que no dejaré que los sueños se me escurran mezclados con la babita. Esa babita que se te cae cuando Peter Pan vuelve de pronto para llevarte a esa tierra de Nunca Jamás en la que no pasa el tiempo porque, en realidad, todos están muertos.
Quizá es que tenga algo de orgásmica la muerte, después de todo. Porque, filosofando un día con mi amigo Aarón, nos pusimos de acuerdo en afirmar que el orgasmo es el estado más cercano a la muerte que vive el ser humano. Y de ahí el pestum postcoitum o las ganas de esconderte en un rincón de la cama y que tu pareja de sábanas y flujos no te dé mucho el coñazo con carantoñas.
Por eso es, tal vez, porque tengo esa locura o necesidad obsesiva con “El Hombre”. Porque ni él ni yo sufrimos depresión post coito. Y eso es algo grande, realmente grande. Es algo que me hace sentirme llena de vida y babita por derramar.
Pero este post venía a decir que, este año, tampoco iré al New Orleans Jazz & Heritage Festival.
No veré la carpa de jazz tradicional donde los viejitos sacan a bailar a las viejitas, ni a esos señores de pantano que vendieron su alma al diablo y, desde entonces, entonan milagros diabólicos en forma de blues.
No veré la carpa de jazz tradicional donde los viejitos sacan a bailar a las viejitas, ni a esos señores de pantano que vendieron su alma al diablo y, desde entonces, entonan milagros diabólicos en forma de blues.
No podré enseñar las tetas a cambio de un collar de plastiquito. Ni me emborracharé hasta que el sol me ciegue los ojos drogados de tanta música, tanto swing, tanto blues, tanto jazz y tanto sexo musicado.
No, este año tampoco voy a cumplir el viejo sueño. Y es que todos los que nos perdemos en la música nacida en Nueva Orleans, soñamos con esta particular peregrinación a la Meca.
Pero no será este año. No hay dinero, hay mucho trabajo y el horno sentimental no está para muchos bollos. Así que me limito a pasar envidia leyendo lo que Manolo escribe sobre este festival (leerle, por favor), a rezarle al Dios en el que no creo para que “El Hombre” quiera tenerme dentro de su vida (a jornada completa y no por horas), a escuchar el dvd de la Krall “Live at the Montreal Jazz Festival” levantando la vista del teclado de tanto en cuando y decirle, a la tele que no me escucha, “qué hija de puta más grande eres”.
Porque este año tampoco iré al New Orleans Jazz Fest.
Comentarios
Mil más.
Inperson
jazzpalabrasywhisky no es un mal trato, no?.
Manolo: Estupendo guía, te tomo la palabra (Santa Rita, Rita, Rita, lo que se da no se quita). Besos, guapo
Su: La verdad es que no lo recordaba. ¿No te parece grandioso cómo la formación de las lenguas encierra tanta etimología? Besotes, guapa
Jazzpalabrasywhisky: Ya sabes que yo también voy a seguirte. Siempre es un gustazo encontrar blogs como el tuyo (sobre todo porque detrás hay una persona que lo escribe). Besotes