Ne me quittes pas
Nina Simone hizo una versión del Ne me quittes pas de Jacques Brel. La escuchaba hace un momento. La Simone, de quien he hablado ya en esta especie de diario exhibicionista, le pone ese toque de negrona prepotente y orgullosa. La Simone parece que está reivindicando su egolatría en cada nota que entona, aunque el acorde pertenezca a una de las canciones de amor más bellas que se hayan compuesto nunca.
A mí me gusta más, mucho más, la versión del belga Jacques Brel. En primer lugar, porque la interpreta con ese deje de actor francés y, en los momentos más dramáticos, cambia el canto por una forma de llorar ahogada que, si tienes sangre en las venas, no puedes evitar que se te ponga el dichoso nudo en la garganta. Pero también me gusta más porque era una de las canciones favoritas de mi padre. Cuando era pequeña, y mi complejo de electra paternal estaba en su máximo apogeo, mi padre ponía una vieja cinta de cassette en su Citroen Bx. No recuerdo a mi madre y a mi hermano. Posiblemente estaban, pero de alguna manera, mi padre y yo nos evadíamos en un mundo mágico de complicidad y adoración en el que, en esos momentos, nadie más tenía cabida. Mi padre canturreaba y desafinaba el Ne me quittes pas. Fingía la interpretación del enamorado abandonado, ése al que ya no le importa prostituir su propio orgullo con tal de que no dejen de amarle. Entonces, me traducía la letra, como si una niña de seis o siete años pudiera entender la profundidad de un “ne me quittes pas / il faut oublier / tout peut s’oublier (...) oublier ces heures / qui tuaient parfois / a coups de pourquoi” (no me dejes, hay que olvidar, todo se puede olvidar (...) olvidar esas horas, que mataban a veces, a golpes de porqués).
No eran tiempos mejores. Yo vivía absorta en mi infancia, sin pensar demasiado en qué mujer llegaría a convertirme algún día. Ahora, que sé que nuestro modo de entender la vida depende de múltiples factores, como la sociedad en que nos toca nacer, la familia, los amigos, los libros que leemos, las películas que, a su manera, también nos educan, las letras de las canciones que moldean nuestro carácter... Ahora, que estoy pasando la noche del viernes frente al ordenador, me doy cuenta de que nada ha cambiado demasiado. Yo sigo utilizando a mi padre como el hombre_espejo en el que mirar a todos los demás hombres. Jacques Brel sigue poniéndome el nudo en la garganta y, sin duda, a él le debo en parte saber que, de repente, un hombre aparece en tu vida y te das cuenta de que él sí vale la pena. La niña que creció sin creer demasiado en el amor eterno, se sonríe dándose cuenta de que, de pronto, vale la pena olvidar la “dignidad” y el “orgullo” y, si es necesario, suplicar un “ne me quittes pas”.
Quizá es sólo una canción cursi. Quizá. Pero todas las canciones tienen un libreto de recuerdos asociados a ellas. Y yo, cuando escucho a Brel, me balanceo entre la ternura de los viajes en el Citroen Bx y la sensación incómoda de escuchar a alguien que ha metido su dedo en tu llaga y está escarbando sin piedad.
Quizá, como digo, sólo sea una canción cursi. Pero, después de todo, también las canciones cursis tienen su espacio en nuestra necesaria dieta musical.
No me resisto a copiar la letra:
Moi je t'offrirai/ Des perles de pluie/ Venues de pays/ Où il ne pleut pas/ Je creuserai la terre/ Jusqu'après ma mort/ Pour couvrir ton corps/ D'or et de lumière/ Je ferai un domaine/ Où l'amour sera roi/ Où l'amour sera loi/ Où tu seras reine/ Ne me quitte pas/ Ne me quitte pas/ Ne me quitte pas/ Ne me quitte pas.
Ne me quitte pas/ Je t'inventerai/ Des mots insensés/ Que tu comprendras/ Je te parlerai/ De ces amants-là/ Qui ont vu deux fois/ Leurs cœurs s'embraser/ Je te raconterai/ L'histoire de ce roi/ Mort de n'avoir pas/ Pu te rencontrer/ Ne me quitte pas/ Ne me quitte pas/ Ne me quitte pas/ Ne me quitte pas.
On a vu souvent/ Rejaillir le feu/ D'un ancien volcan/ Qu'on croyait trop vieux/ Il est paraît-il/ Des terres brûlées/ Donnant plus de blé/ Qu'un meilleur avril/ Et quand vient le soir/ Pour qu'un ciel flamboie/ Le rouge et le noir/ Ne s'épousent-ils pas/ Ne me quitte pas/ Ne me quitte pas/ Ne me quitte pas/ Ne me quitte pas.
Ne me quitte pas/ Je ne vais plus pleurer/ Je ne vais plus parler/ Je me cacherai là/ A te regarder/Danser et sourire/ Et à t'écouter/ Chanter et puis rire/ Laisse-moi devenir/ L'ombre de ton ombre/ L'ombre de ta main/ L'ombre de ton chien/ Mais,/ Ne me quitte pas/ Ne me quitte pas/ Ne me quitte pas/ Ne me quitte pas.
No me dejes/ Hay que olvidar/ Todo se puede olvidar/ Lo que ya se fue/ Olvidar el tiempo/ De los malentendidos/ Y el tiempo perdido/ Sin saber cómo/ Olvidar esas horas/ Que mataban a veces/ A golpes de porqués/ al corazón de la felicidad./ No me dejes, / no me dejes, / no me dejes, / no me dejes.
Yo te ofreceré/ perlas de lluvia/ venidas de países/ en los que no llueve./ Yo escarbaré la tierra/ Hasta después de mi muerte/ Para cubrir tu cuerpo/ De oro y de luz/ Yo forjaré un reino/ Donde el amor será rey/ Donde el amor será ley/ Donde tu serás reina./ No me dejes, / no me dejes, / no me dejes, / no me dejes/ no me dejes.
Yo te inventaré/ Palabras locas/ Que tu comprenderás/ Yo te hablaré/ De esos amantes/ Que han visto por dos veces/ abrazar sus corazones./ Yo te contaré/ La historia de un rey/ Que murió por no haber/ Podido encontrarte./ No me dejes, / no me dejes, / no me dejes, / no me dejes.
Se ha visto a menudo/ Resurgir el fuego/ Del antiguo volcán/ Que se creía demasiado viejo./ Existen tierras quemadas/ Que dan más trigo/ que un mejor abril/ Y cuando viene la noche/ para que un cielo arda/ El rojo y el negro/ ¿Acaso no se desposan?/ No me dejes, / no me dejes, / no me dejes, / no me dejes/ no me dejes.
No voy a llorar/ No voy a hablar/ Yo me ocultaré/ Para mirarte/ bailar y sonreír/ Y escucharte/ cantar, y después reír/ Déjame convertirme en / La sombra de tu sombra/ La sombra de tu mano./ La sombra de tu perro/ Pero/ No me dejes, / no me dejes, / no me dejes, / no me dejes.
Pincha detro del cuadro negro para escuchar la canción
Comentarios
Uno no puede quedar indiferente si escucha cosas como "Laisse-moi devenir/ L'ombre de ton ombre/ L'ombre de ta main/ L'ombre de ton chien", con la voz quebrada de Brel y, efectivamente, ese dichoso nudo en la garganta.
No sé, quizá en el fondo solamente seamos dos cursis, pero bueno, así es la vida, así vienen dadas, cantadas y malparidas las bagatelas del amor.
Besos siempre
Me ha sorprendido ver un post tan psicoanalítico. Nuestra amiga E.P. estaría taaaan orgullosa de tí! :D
Abrazos
Stauff: ya sabes lo que pienso de nuestra amiga E.P. Pero, aún así, a veces una hasta se psicoanaliza... Te tengo que contar (y lo contaré en el blog también) que me he enamorado de un objeto: Número de 2001 de Litoral, La Poesía del Jazz. Está agotado hasta en la editorial... pero ya he comprado un ejemplar en una página de coleccionistas :) Me voy a arruinar a base de libros, Fnac e internet. Pero, ¿y lo feliz que estoy?
Desde http://www.lacoctelera.com/elquiciodelamancebia
enhorabuena!