Declaración de amor y duelo a New Orleans
El amor puede encerrarse en un regalo que nos hizo el ser amado/amante.
Una declaración de amor puede venir envasada en una flor, comprada a una china de Lavapiés, o grabada en una alianza. También puede vivir en un blog o en una carta manuscrita.
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Llevo varios días queriendo escribirle una declaración de amor a New Orleans, pero el miedo a no encontrar las palabras precisas me ha hecho posponerlo una y otra vez. Pero ya han pasado muchos días, los mismos que llevo queriendo enfrentarme a insultar adecuadamente a Katrina.
Tras el huracán, la humanidad entera - porque esto afecta a todo el mundo y no sólo a Estados Unidos ni muchísimo menos en exclusiva al Estado de Louisiana - se enfrenta a la pérdida de un número aún desconocido de personas, que hoy son cadáveres en descomposición a la espera de que alguien los encuentre y les de una sepultura más o menos digna.
Pero la humanidad se enfrenta a otra pérdida: la cultural.
El jazz que, entre otras muchas cosas, es la primera forma de arte norteamericana, no nació en New Orleans por casualidad. La convivencia multicultural de franceses, españoles, antiguos esclavos… hizo posible que un tal Buddy Bolden se hiciera famoso en 1905 con una banda que tocaba los primeros acordes de jazz. Esta música, que nace en un marco de burdeles y casas de juego de la ciudad de Louisiana, se propagó por el resto del mundo gracias a los músicos de New Orleans que llevaron el jazz a Chicago, a New York, a Europa… Eran Louis Armstrong, King Oliver, Sydney Bechet, Jelly Roll Morton…
La desgracia del Katrina no sólo deja unos cuantos cadáveres bajo las aguas, ni la constatación de la perversa condición humana personificada en los saqueadores. Deja también la pérdida de unos bienes culturales que nunca más volverán a ser nuestros.
Parece que la mayoría de historiadores y teóricos del jazz están de acuerdo en afirmar que esta música surgió cerca del barrio francés del distrito de Treme. Seguro que muchos ya sabeis a qué lugar me refiero: el ruidoso sector de Storyville, repleto de burdeles, casas de juego, bares... Acabada la guerra civil, los que antes habían sido esclavos, llegaron a la ciudad con su nueva libertad a cuestas y se asentaron en este distrito.
Pues bien, toda el área de Treme ha quedado borrada por el agua. Clubs, documentos, el Parque Louis Armstrong,… han quedado sepultados.
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Todos los amantes del jazz guardamos hoy un doble duelo. El primero de ellos, lo sentimos en nuestra calidad de seres humanos. Sentimos dolor por los cuerpos inertes que Katrina ha enterrado entre agua y basura. También alcanza nuestro pésame a los que se han salvado, a los que tendrán que vivir habiendo perdido sus casas, sus recuerdos, sus fotografías… y acaso un padre, un hijo o un amigo.
El segundo de nuestros duelos afecta a nuestros propios sueños, porque todos quisimos ir alguna vez a las calles de New Orleans. Todos soñamos con una actuación de Wynton Marsalis en cualquier club de la ciudad. Todos imaginamos la comida criolla y una tienda de long plays de segunda mano. Pero nuestros sueños también se han ahogado bajo la crueldad del Katrina.
Una no puede menos que sentirse impotente por no saber decir ese “lo siento”, ese “estoy contigo”, ese “te quiero, New Orleans”…
Una declaración de amor puede caber en sitios muy pequeños y, sin embargo, me siento incapaz de elaborar aquella que se merece la ciudad que un día fue el cordón umbilical del jazz.
Comentarios
Ánimo cuando vayas.
Y de paso un libro, un poco dificil de conseguir, pero bueno...:
From Cakewalks to Concert Halls : An Illustrated History of African American Popular Music, From 1895-1930, by Thomas L Morgan & William Barlow
Me encantaría enviarte estas recomendaciones por e-mail, pero no lo tienes visible. manolo@yahoo.com