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Mostrando entradas de 2006

Los doce deseos para 2007

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Dentro de unas pocas horas, mi padre empezará a decir aquello de "a ver, ¿tenéis todos bien contadas las uvas?, que van a empezar los cuartos". Me equivocaré, como todos los años, y me comeré la primera uva antes de la primera campanada. Seguramente, no seré capaz de pedir los 12 deseos, porque me aturullaré y no seré capaz de hacer las dos cosas al mismo tiempo. Dentro de unas pocas horas, acabará un año que ha sido intenso, en todos los sentidos. Perdí mi trabajo de profesora, que me daba la vida. Estuve a punto de tirar la toalla con el hombre de mi vida atado a una hipoteca. Vi en directo a Kenny Barron , a Ron Carter , a los Blues Brothers Band , a Richard Galliano con Gary Burton , Al Foster , a Jerry González y a Dee Dee Bridgewater . Sentí, de nuevo, la pulsión escópica con Capote , Factotum , con La Dalia Negra, con Scoop , con Gracias por fumar , con El Señor de la Guerra y, por supuesto, con El Tigre y la Nieve . Me perdí en las palabras que me hubiera gustado escr

Cuento de Navidad en cinco capítulos

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-1- Anoche, las familias de bien, aquellas que se han creído eso de que no hay ningún tipo de crisis económica, ocupaban el centro de Madrid. Cerraban las tiendas, a las que habían ido, sin duda, a buscar a un Rey Mago que quisiera hacerse cargo de los deseos de los hijos, sobrinos, nietos o vecinos. Colapsaban las calles, con su felicidad navideña, aguantando las incomodidades con la dulce sensación de la musiquita de campanitas celestiales y las luces que adornan las calles en estas fechas. Era, pues, la típica noche navideña, de esas que son un lugar común en las películas hollywoodienses. Ya sabéis, de esas que se nos muestran con un dulce villancico jazzero_comercial de fondo. Imagen ralentizada. Una pareja de guapos sonriendo, cargados de bolsas y de paquetes, con la nievecita de papel cayendo ante los ojos del espectador. Si no hubiera sido así, este post no sería un cuento de Navidad en cinco capítulos. -2- Mientras un atasco humano saturaba el centro de la capital, un hecho in

Por el orgasmo global

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Los que lleváis leyéndome algún tiempo, sabéis que no me gustan las manifestaciones perroflautiles, en ninguna de sus acepciones: ni pseudofeministas por el derecho a ser mujer castradora, ni ecologistas por la prohibición de la carne a la brasa, ni pseudohippies por la posibilidad de llevar el tantan pegado al culo con superglue. También sabéis que me gustan mucho menos todas aquellas manifestaciones que tengan la posibilidad de ser retransmitidas por TelePP (también llamada Telemadrid): ni las de los cabezones unineuronales por poder llevar banderitas al Valle de los Caídos, ni la reunión de clero, Cope y fascistas varios para discutir, cual miembros de la Real Academia, la raíz etimológica de la palabra "matrimonio" o la irremediable segunda guerra civil a causa de quitar la religión de las escuelas. Odio las manifestaciones en cualquiera de sus acepciones. En primer lugar, porque creo que no sirven para nada. En segundo lugar, porque causan atascos humanos y eso conlleva

Sobre lo cojonudo que es vivir en Madrid (a pesar de Gallardón)

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Mis amigos de Madrid se olvidan, a menudo, de las ventajas que tiene esto de vivir en la capital del reino. Ni siquiera me refiero a los de tercera o cuarta generación (entre otras cosas porque creo que no conozco a ninguno). Me refiero a los amigos que aprendieron a decir su primera palabra (tal vez un balbuceo parecido a "mamá") siendo paseados en sus carricoches por la Gran Vía. Han pasado aquí toda su vida y asumen con normalidad y desinterés que haya cines en versión original repartidos por toda la ciudad. Ven normal que pueda verse "La Dalia Negra" a las 12.15 de la noche en versión original y que, al salir, se puedan hasta tomar unas cañas en un bar picalagartos y no en un "pub". Yo, que me crié en un pueblo en el que había un cine de una única sala y dos videoclubs, me sigo maravillando con estas cosas. No importa el tiempo que lleve aquí. Al final, siempre me queda la sensación de la magnanimidad de Madrid y la comparación odiosa con el pueblo de

Me he apuntado

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A los premios de los blogs de 20 Minutos . No voy a decir que no me gustaría ganar. Todos los que escribimos (en un blog, en un cuaderno de papel, en nuestro ego) soñamos con el triunfo. Supongo que todos habéis visto The Commitments (y si no, ya sabéis lo que toca) y todos os habéis reído con aquellas entrevistas ficticias que se autorealizaba el grandioso personaje de Jimmy Rabbitte . Los que escribimos también nos reímos, pero como se ríe uno ante una imitación demasiado cruel de sí mismo. De todas formas sí voy a decir que, más que con ganar, fantaseo con que me lean en 20 Minutos y a algún directivo se le ocurra contratarme para escribir sobre jazz, o sobre cine, o sobre mi ombligo. Eso sí sería un buen premio. Pero al margen de utopías ombligueras, quería escribir este post porque hay de plazo para apuntarse hasta el 20 de diciembre y, cuando pones jazz en su buscador, sólo aparecen tres blogs (y sólo uno va de jazz, el mío). Pues eso, amigos, que hoy tenía el día prepotente y me

Balada para mi muerte

De lo mucho que me gusta Astor Piazzolla , ya he hablado algunas veces. De lo buena que es Mina , ya han dejado constancia en Jácaras Reales . En cambio, de cómo conocí esta canción, no sé a ciencia cierta si he escrito alguna vez. No hace demasiado tiempo. Yo acaba de firmar mi primer contrato en la universidad en la que había estudiado y mi mejor amigo se matriculaba en el último curso. En algún momento, decidimos que sería una buena idea hacer un programa de radio no apto para los estudiantes hormonados ni para las niñas que fingían hacer una carrera. Cada semana cogíamos un tema y lo desarrollábamos con canciones, textos, fragmentos de películas... Era una culturetada en toda regla, pero había una sección en la que siempre ridiculizábamos a Ramoncín . Sólo por ella, merecía la pena hacer "Mientras el mundo duerme", que era el título del programa y un verso robado a Tom Waits . El primer programa iba a ir sobre la muerte. De modo que puse esa palabra en san emule y, cuando

Se acerca la Navidad

Se va acercando la Navidad y, por eso, la ciudad se llena de luces modelo puticlub, idiotas con móvil sacándole fotos a dichas luces en la Puerta del Sol y discos soporíferos de folclóricas por villancicos. Se va acercando la Navidad y, con ella, las telemaratones para apadrinar niños de Guatemala, galas musicales donde Bisbal podrá demostrar lo necesario que es ayudar a la fundación para la integración laboral de los border line y reposiciones de las laureadas obras maestras "Un novio por Navidad", "Un perro por Navidad" y "Una carta por Navidad". Se va acercando y, mientras tanto, os dejo con Tom Waits , que un día se sacó de la manga un "villancico" que te hace toc toc por ahí dentro: "Christmas Card From A Hooker In Minneapolis". Además, he conseguido una versión en directo donde la junta al popular "Silent Night" . Después me preguntáis por qué creo yo que Tom Waits está por encima del jazz, por encima de la música y

Bonito

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Para una melómana como yo, algunos discos son tan bonitos que no te queda más remedio que poseerlos. Hoy volvía a coger este pequeño tesoro para deleitarme en él. Por supuesto que es un buen disco, pero de eso ya hablaré otro día. Ahora, ¿verdad que es bonito? Pd. Los que me conocéis ya sabéis donde lo compré .

Un poco de cine

En 1942, Josef Berne hizo un corto en el que recreaba una jam session. Así, el dato, tampoco es que impresione a nadie. De cortos está lleno el cielo de los desamparados , que podría decir cualquiera. Y tendría razón. De hecho, este corto se habría perdido en los archivos polvorientos de la R.C.M. si no fuera por sus "actores": Duke Ellington, Rex Stewart, Ben Webster, Barney Bigard, Sonny Greer, Ray Nance y Joe "Tricky Sam" Nanton . Quería compartirlo con vosotros y, de paso, hacerle un cierto "chantaje emocional" a José Miguel para que se "desenfade" conmigo (además, yo no digo que Yesterday sea mala).

Música sin compañía

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Te eché de menos anoche. A mi lado no había ningún sitio vacío y, sin embargo, el hueco que dejabas junto a mí era demasiado grande. Te eché de menos cuando la cortinilla en blanco y negro que George Clooney ideó para la voz de Diane Reeves , salió con los colores de la madera, de los focos, del atrezzo, con la tridimensionalidad del altar-escenario, con el aroma que dejan las grandes voces tintineando sobre el patio de butacas. Me hiciste falta cuando, apenas una hora antes, Doris Cales entonaba una nana en clave de jazz. Tendrías que haberla visto. Tiene swing, ¿sabes? Flotaba por el escenario con sus zapatos de diva de los cincuenta. Acariciaba el micrófono y le retaba con un riff grandioso. También te eché de menos entonces. Me faltaste cuando Dianne Reeves llenó el silencio con esa brujería de las grandes cantantes negras. Tú ya sabes a qué me refiero. Cuando se está ante una de estas deidades, no se sabe a ciencia cierta si se está en un concierto, en un ritual de vudú o en el

La Sombra de la Luz

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Ilustración de Victoria Martín para La sombra de la Luz . Mi amigo Aarón decidió un día echarle huevos a la cosa y montó Paradigma Teatro , que es una excusa para eyacular sus egos, sus miedos, sus sueños y también sus odios. Cada vez que montan una obra, yo acudo a verle. Suelo sentarme con sus padres, a los que quiero como a esos tíos que nunca tuve por nacer en la familia equivocada. Pero es que quizá siempre se nace en la familia equivocada. Su madre, que se dejó la vista cosiendo para pagarle a mi amigo una carrera en una universidad privada, me mira buscando cierto apoyo o, al menos, cierta comprensión. Ella sueña (aún) con un mundo bonito, con una vida ideal, con un cuento de hadas y con unas perdices que comer cuando se consigue ser felices. Por eso, cuando su hijo le dijo que quería ser escritor, ella soñó con bellas historias que maquillaran las mañanas absurdas en el Metro, las noticias de "El Caso", los dolores de cabeza y la subida del precio de los tomates. Si

Acerca de un alemán que tocaba el piano

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Horst Jankowski fue un pianista alemán que, a su manera, también removió los pilares del jazz. Metió la música clásica, el pop y el jazz en un vaso y se los bebió con la sed de un alcohólico con delirium tremens. Sin embargo, no está en mi libro de "Grandes Mitos del Jazz" , ni siquiera en "Los Grandes Creadores del Jazz" (que prologa muy bien el señor Cifuentes ). Horst Jankowski fue un europeo que se enamoró del jazz y, desde esa pasión, trastocó sus cimientos hasta llevarlos a esa delgada línea fronteriza que separa la genialidad de la mediocridad. Compuso un tema para Los Simpson , que es la mejor serie de animación y una demostración constante de talento. Y, además, se atrevió a versionar la Turkish March de Beethoven y el Yesterday de Lennon , posiblemente una de las canciones más sobrevaloradas de la historia. Supongo que, en parte, porque los que votan las listas de "las mejores canciones" fueron hippies venidos a menos en chachipandis de Ch

Por fin

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Llevo un año (aproximadamente) buscando la edición en pack de la colección de documentales de Blues que produjo Martin Scorsese . Yo había ido al cine a ver The Soul of a Man y, aunque reconozco que el cansancio de aquel día me hizo juzgarla injustamente, desde entonces iba buscando el pack. Primero no quería arruinarme. Y cuando ya me dio igual, la distribuidora retiró los pack para vender los siete dvds de uno en uno. Pensé en pedirlo a Amazon (ya sabéis), busqué en ebay, en tiendas baratas... Y, por fin, sale el pack a un precio que una parada como yo puede permitirse. Después de todo, parece que a veces Dios existe. Y si no, miren . Pd. Para freakies coleccionistas (entre los que no tengo muy claro si voy a acabar un día de estos) hay una joyita en la edición alemana.

Aviso para navegantes

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Ciclo de conferencias: HISTORIA DEL JAZZ: DE LOUIS ARMSTRONG A WYNTON MARSALIS 21, 23, 28 y 30 de noviembre 2006 PROGRAMA MARTES 21 Christopher Small Orígenes del Jazz (Louis Armstrong) JUEVES 23 José María Guelbenzu “Yo podría escribir ese piano", dijo Cortázar (Charlie Parker, Thelonious Monk y Bill Evans). Años cuarenta-cincuenta. MARTES 28 José María García Martínez Miles Davis y su época: los caminos del silencio. El jazz entre 1945 y 1990 JUEVES 30 Fernando Ortiz de Urbina Y con él llegó el escándalo: Wynton Marsalis Más información en Fundación Juan March

¿Has tenido alguna vez la sensación?

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De que eras la persona más feliz sobre la faz de la tierra. De que no salías de un concierto sino del mismísimo puto nirvana. De que no te salían los adjetivos, ni los sustantivos, ni los adverbios. De que necesitabas abrir la boca hasta romperte la comisura de los labios y, entonces, sólo chillar un aaggghh profundo, ancestral, infinito. De que formabas parte de un reducido grupo de personas premiadas con un acontecimiento de los que se escriben en los libros de la memoria. De que no te cabía más alegría en las caderas, ni más excitación en la vagina, ni más cosquillas en los ojos, ni más embriaguez en las mejillas. De que has tenido la enorme jodida suerte de asistir a ese concierto que, de pronto, te balancea los instintos más animales. De que te has quedado alunada, con una sonrisa que se mueve entre la imbecilidad y lo enigmático, parada en los acordes y en las letras. ¿Has tenido alguna vez la sensación de que un concierto te devolvía a la Vida (con mayúsculas)?

De buen rollo

Manolo me dijo una vez (o quizá lo lei en su magnífico blog) que no le merece la pena derrochar el tiempo hablando de lo que no le gusta. Por eso, él aprovecha su espacio para escribir sobre aquello que, de alguna manera, le pone. Es una filosofía muy sabia. Y siguiendo su consejo, este año no voy a hablar del Festival de Jazz de Madrid. El día del juicio final ya arderán juntos en la hoguera sus organizadores (y les acompañarán, para que no sientan la angustia terrible de la soledad, otros muchos señores de los que hoy, siguiendo el consejo de buen rollo de Manolo, no voy a hablar). Llevo ya unos cuantos días tomando aire y expulsándolo tántricamente. Se trata de una terapia de choque para no coger el kalasnikov del armario y empezar a matar al personal involucrado en el pseudofestival. Y de momento, ya he conseguido que me acrediten para ver gratis lo que me interesa. Así que tampoco ha dado tan mal resultado eso de soplar y resoplar. A partir de ahora, compaginaré mis odios y amore

Llovía a cantaros

Hoy en Madrid. La lluvia es algo muy literario y muy bucólico, pero también algo tremendamente incómodo. A nadie le gusta que se le empapen las gafas (sí, tontucia gafapasta de color rojo, a ti que a lo mejor has caído aquí buscando Gustav Klimt o Kiarostami , tampoco te gusta, aunque disimules muecas popis bajo los cantaros para parecerte más a Isabel Coixet ). No me gusta la lluvia, entre otras cosas porque enaltece, aún un poco más, los peligros de la imperial obra de este alcalde al que le hubiera gustado tener algún número romano en su nombre, que siempre da ese regusto a neftalina y genes mongólicos. Pero no es ni Alberto V ni desciende de una larga casta engendrada entre primos hermanos. Por eso, para ganarse su estatua ecuestre (que siempre viste un montón), ha decidido dejar su huella en los accidentes de la M30 y en las lápidas de todos los obreros muertos mientras hacían su adorado soterramiento (pero de esos muertos no se habla, ni en los periódicos de izquierdas ni en los

Caprichines de un sábado por la tarde

Ya he dicho alguna vez que Amazon es una de mis tiendas virtuales preferidas. No deja de sorprenderme las cosas que puedes llegar a encontrar. De modo que, a veces, por puro entretenimiento masoquista, pongo alguna palabra en el buscador y... a disfrutar. Mi padre no entiende que compre libros a través de una pantalla que él no ha llegado a entender. Se defiende escudándose en que pertenece a la generación Olivetti, y disimula su envidia con un "yo prefiero oler los libros en una librería pequeña". Hoy me he dado un caprichín. Cuando los gastos de envío superan al precio de la joya, una no puede resistirse. Os suena, supongo, La Revista (me refiero a Down Beat , claro). Pues mirad mi última adquisición . Ya empiezo a sentir la ansiedad y la impaciencia. Ahora, a mirar el buzón (el físico, el de mi portal) todos los días. Escuchando From This Moment On, de Diana Krall

Noche de insomnio

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¿Recuerdas la silueta de Sonny Rollins en la penumbra de un puente en blanco y negro que unía Manhattan con Brooklin? Allí estaba el pobre hombre. Seguramente pasaba frío. Seguramente hubiera echado en falta una casa llena y una mujer que le chillara desde la cocina si quería que le llevara una cerveza. Pero sus caseros, o sus vecinos (ya no recuerdo muy bien los detalles exactos de la historia), le habían prohibido ensayar en casa. De modo que el músico cogió a su amigo, lo metió en una funda y se fue al puente que une Manhattan y Brooklin (el mismo puente que Paul Auster retrata en sus novelas). El saxo de Rollins nunca fue tan triste, ni tan exiliado. Pero tampoco nunca una prohibición acústica dio como resultado un disco tan bueno. “The Bridge” . Antes había grabado “Saxophone Colossus” , que se convirtió en su “Kind of Blue” o en su “A Love Supreme” . Sin embargo, a mí me gusta escuchar “The Bridge” e imaginarme al músico pasando frío en un puente. Mirando de reojo a las jovenci

De por qué me he perdido

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No se puede escribir cuando se es feliz , me repetía como una cantinela mi amigo Aarón. Yo nunca estuve del todo de acuerdo, quizá más por el mero placer sádico de llevarle la contraria. Tal vez tuviera razón después de todo. Compruebo, día a día, que me busco mil excusas para no abrir la plantilla de blogger. Me pierdo en los canales del cable, en mis libros y en mis neurosis. Así que, cuando recibes una pregunta sencilla, de sólo una palabra, ¿Olvido? , te quedas con cara de culpabilidad frente a la pantalla. Te das cuenta, entonces, que esto del blog no es (sólo) una gilipollez que decidiste abrir un día, no es (sólo) una moda a la que se suman día a día empresas (hoy descubrí que hasta una revista de ocio tiene sus propios blogs corporativos) y todo tontiloco con algo que decir y mucho que callar. Después de todo, es un medio de comunicación (sé lo que me digo, señores teóricos del periodismo), una Torre de Babel, un suma y sigue de complicidades. (Gracias, Manolo , una vez más por

365 días

De cervezas con limón, de vinilos rebuscados en tiendas de segunda mano, de películas descubiertas al azar, de libros que vaciaron mi cuenta bancaria, de besos robados a un hombre que no podía estar conmigo (pero ya no se despega de mi lado), de blogs en los que me he perdido (y no quiero que nadie me encuentre), de guiños cómplices, de tardes en el Círculo porque Aarón me obligaba a ver al insoportable Rohmer, de neurosis laborales, de ideas para novelas apuntadas en el cuaderno que descansa en el segundo cajón de mi mesilla de noche, de conciertos compartidos con Roberto , con David, con Ana, de noches con Juanqui, Aarón, Risk, pollo tandoori y ron Brugal, de descargas del Emule fastidiadas al 96% (y también de barritas verdes que simbolizaban un nuevo disco en mi estuche de música), de personas nuevas, de personas viejas, de desilusiones, de ilusionamientos, de enamoramiento (que sí, Aarón, que creo en mi amor por El Hombre "ad aeternum"), de promesas hechas a Manolo para

Mingus, Cuernavaca

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Ni tanto ni tan calvo , me repetía mi madre en forma de coletilla de la andaluza de adopción que era. Creo que lo que en realidad quería decirme era que fuera templada, que no llamara la atención. Y, desde entonces, mantengo una esquizofrenia mental entre mi carácter y mi temperamento, o entre mi esencia y mi forma. Ni tanto ni tan calvo , que es un dicho muy sabio y muy conciso (pero también muy en desuso). Quizá debieran bordarlo en pan de oro (o a sangre y fuego) en las facultades de periodismo o, al menos, en las redacciones de las publicaciones culturales de nuestro país, que así nos luce el pelo (otro dicho menos andaluz y menos conciso). Antiguamente (quizá muchos lectores no habían nacido ni siquiera) los críticos eran seres malvados que, como la propia palabra indica, “criticaban” las obras de los artistas. A veces se pasaban, claro, y conseguían que el debutante genio cayera en una depresión creativa. El crítico ponía a parir a los “impresionistas”, que pintaban con brochazos

Desde la playa

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Tengo un correo electrónico que contestar. Hace un par de semanas, de pronto, alguien se coló en la bandeja de entrada para arrullarme los mimos que necesitaba. No es el primer mail que recibo gracias a este blog. En unas semanas, se cumplirá un año desde que entré por primera vez a este mundo de jass, cine y demás pasiones/vicios. Y, en estos meses, de tanto en cuando recibo una muestra de cariño que no me merezco, que no me pertenece y, de pronto, me siento tan c'est si bon... Escribo esto desde un ciber café de la playa, que es ese paraíso que no nos pertenece a los urbanitas de Madrid y que, sin embargo, sentimos atado a nuestra piel como el instinto de la maternidad o el de la patria, algo abstracto e intangible que está ahí sin saber cómo ni por qué. Os escribo esto desde la playa, desde una playa nudista a la que El Hombre me trajo por primera vez hace unas semanas. Era junio y yo aún arrastraba los complejos de mujer débil, bajita, rellenita y absurda. Los sigo arrastrando

Cuando te entra complejo de Murphy (el de la ley)

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En las últimas semanas, los mismos astros que anteriormente se confabularon para hacerme descubrir tesoros musicales, se han unido para demostrarme que son capaces de gastarme muchas "putaítas". La famosa ola de calor sería sólo una página del periódico si yo no viviera en un terrenito que "Super Gallardón" ha decidido convertir en un parque temático de excavadoras, polvo, cucarachas, ruidos y tierra. De modo que, a punto de salir ardiendo por combustión espontánea, me pongo en contacto con una superficie comercial de las de toda la vida, de las de "ya es primavera en", de las que te vieron crecer y en las que viste comprar a mamá desde que llevabas pañales. Pero parece que han decidido adelantar la celebración del día de los inocentes conmigo y me están "guaseando" sobremanera. La inseguridad laboral sólo sería una cosa que le pasa a los demás si, hace unas semanas, mi jefe supremo (que vive pegado a su inutilidad creciente directamente proporc

Redes, correos y consecuencias

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No dejan de sorprenderme las redes, subredes y contraredes que se van tejiendo en torno a la blogosfera. Un buen día decides crear un blog sobre jazz. Poco a poco, te vas corrompiendo y mezclas en una coctelera esquizoide sensaciones que te provocan ciertos temas de jazz y sensaciones que te causan personas ajenas al jazz. Pero da igual. Todo vale. Y si no, siempre nos quedará el infantil "es mi blog y hago lo que quiero" . Pero no queda ahí. Lo cierto es que a través de Google o de cualquier otro medio, la gente te encuentra, te lee, a veces te comenta (pocas) y en ocasiones recibes un email de un diseñador gráfico sobre el que hablaste, de un lector que te dice que tienes un don para escribir y que le alegras estas tardes de calor y desidia o de un tipo que está trabajando en algo relacionado con el jazz. El más extraño (y maravilloso) fue un mail de un pianista de jazz americano que me pedía consejo sobre qué clubs visitar en Madrid. (Y yo encantada, claro) Hoy he recibido

Sobre las situaciones jodidas

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Las situaciones difíciles no sirven para casi nada. Sólo para consuelos tontos, el refranero popular, o los chascarrillos de ancianos a los que les confundimos las arrugas con la metafórica sabiduría del paso del tiempo, nos dicen que nos hacen más fuertes, que nos hacen más templados, más sabios. Las situaciones difíciles sólo sirven para golpearnos brutalmente contra una verdad que nunca quisimos encontrar. Nos sirven para quitar los disfraces de amigos a personas que, simplemente, se esconden en una cobardía egoísta y te pasan la mano por el lomo, como si fueras un perro con la peste bubónica a punto de ser sacrificado. Las situaciones difíciles sirven también para darte cuenta de que hay compañeros cojonudos por los que nunca hubieras apostado dos duros. Y también personas a las que quizá nunca debiste idealizar en un peldaño de metacrilato (ya lo decía Woody Allen en aquella escena del infierno en “Desmontando a Harry” ). Saldré de ésta. Seguramente, como dicen los ancianos salpi

Cuando no puede ser una mera casualidad

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En la película “Maridos y Mujeres” , el personaje de Jack ( Sydney Pollack ), al separarse de su mujer, empieza a salir con una profesora de gimnasia. Woody Allen , que quiere dejarnos claro que es rematadamente tonta y que su único “encanto” es un culo prieto, la pincela como vegetariana y creyente en astrología, horóscopos y todo tipo de chorradas subyacentes. Pero, o la constelación de Venus se ha alineado esta noche con el vigesimosegundo satélite de Urano, o no entiendo qué ha pasado esta noche, ni mucho menos por qué. Quizá debería empezar por el principio (perdonen, siempre vuelvo un poco alunada de los conciertos) Erradizo y yo habíamos quedado en ir a ver a un saxofonista polaco del que no habíamos oído hablar en nuestra vida. Pero el Populart siempre es una opción y nos apetecía descubrir cómo soplan los músicos de Varsovia (aunque a lo mejor éste nunca ha estado en Varsovia). Pero, oh sorpresa, oh estupefacción, oh agilipollamiento facial, el Populart , que no cierra nunca

Lo bueno

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Lo bueno de vivir en una esquizofrenia vital es que, cuando vienen los "altis", me siento C'est si bon , me siento como si "El Hombre" , al fin, "Fly Me To The Moon" ... Lo bueno de vivir en esta esquizofrenia es que hay días como hoy, en los que todo funciona y encaja, en los que me siento feliz, perdón, Feliz y el jazz se vuelve la droga perfecta (aún más, necesaria) que acompaña en este viaje tan terriblemente "alti". Lo bueno de vivir en esta esquizofrenia existencial es que, a veces, como esta noche, la persona a la que amo me dice que todo empieza a salirnos bien y esta vez decido creérmelo. Y de pronto, el arcoiris por el que llevo arrastrándome casi veintiseis veranos, deja de tener tonos grises. A veces pasa que una se deja el cinismo y la angustia perdidos en las notas de una canción o en los "te quiero" de un hombre. Esta es una de esas noches. ¿No lo oís? Fly me to the Moon ... (Escuchadla, pulsando en el cuadro negro, y

Y, entonces, nada más existe

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A ti también te ha pasado, lo sé. Si no, no habrías acabado en este blog. Comentaba uno de mis blogueros favoritos, en un post genial , (post que le plagiaré para cualquiera de mis proyectos onanistas o literarios) que él no se fía de la gente a la que no le gusta la música. Yo tampoco. Y, por extensión, no confío en la gente a la que le gusta (o dice que le gusta) cierto tipo de música. No confío en los tontilocos que cambian de gustos a cada temporada, según van variando los número uno de los cuarenta. Yo no podría vivir sin música. O, al menos, no podría sobrevivir sin ella. La vida no es, como dicen Coelho o Bucay (ambos deberían estar muertos), un paraíso para ser disfrutado. La vida tiene sus altibajos. Y aunque hay momentos en los que te sientes el puto centro y otros en los que te esconderías a dos metros bajo tierra, las más de las veces es tediosa, aburrida y temible. Por eso, la música es tan importante. Gracias a ella, me evado y se me dibujan carcajadas. También gracias a

Correspondencia pendiente I

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Querida Marilyn Monroe : ¿Quién eras cuando él recogía el reloj de tu mesilla de noche y, tras detenerse en sus agujas con la mirada ya ensayada, te decía “es tarde, nenita, tengo que irme” ? Quiero decir que sé que, unas horas antes de eso, cuando le seducías para que se metiera contigo en la cama, entonces, eras Marilyn . Pero, cuando él se iba de tus sábanas sudadas para meterse a hurtadillas en las sábanas de Jacqueline … ¿quién eras entonces? ¿Eran las entrañas de Norma Jean las que se rompían a pedazos? Necesito que me digas que sí, necesito saber que también tú maldecías ese momento y escondías tu rabia en la sonrisa de rubia tonta. Querida Marilyn , cuando veías que todo el mundo te mitificaba, presionándote para que siempre tuvieras la palabra vacía y la alegría estúpida que contagiara sus mediocres vidas de banalidad… ¿en ese momento, mi querida Norma , no te entraban ganas de aullar el odio que habías ido comprimiendo en tus escasos ciento cincuenta centímetros de soledad? D

La Big Band de Jerry González

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Anoche me hicieron dos regalos. El primero, el dvd por el que nos batimos, en un duelo dialéctico, José Miguel y yo. El segundo, una invitación para la presentación del último disco de Jerry González , “Music for Big Band”. Recibí el correo electrónico el viernes. Erradizo me decía que tenía una entrada de sobra para el evento y que, si me apetecía, era mía. No me gusta quedar con gente a la que he conocido a través de una pantalla de ordenador. No me siento cómoda. Quizá porque todos, por mucho que digamos lo contrario, nos escondemos tras un nick y nos inventamos, en él, al alter ego que siempre quisimos ser. Quizá es que haya demasiados trolls habitando en las tres w. El caso es que, esta vez, en lugar de poner una excusa tonta, me eché al ruedo y dije: “sí, quiero ir contigo”. Así que, anoche, sobre las 20.30 horas, empecé el ritual de preparación. Y es que, al jazz, una no va de cualquier modo. Todos los rituales tienen sus preparativos. En los funerales, una se pone el traje n

Una cita pendiente

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Gracias a mi queridísimo Erradizo , me entero de que, este año sí, voy a ver a Lucille (y por extensión, a las manos que le arrancan sus aullidos). Hace años, cuando trabajaba en una emisora de radio de Carabanchel, un compañero me contó aquella historia. Estábamos elaborando la parrilla y, a los pocos días, venía a Madrid “El Rey del Blues” . Yo no pude verle entonces, ni siquiera en su regreso unos meses más tarde. La ausencia pecuniaria de la estudiante que era me alejaban de aquel escenario y de aquella guitarra. - ¿Sabes por qué se llama Lucille ? – me preguntó al tiempo que me ofrecía un cigarro. Yo no tenía ni idea. Y, aunque la hubiera tenido, siempre me ha gustado que me cuenten historias, cuentos, leyendas. De modo que le sonreí y le puse esa mirada de tontiloca ingenua y hambrienta de palabras. - Cuando era joven, B.B. King estaba tocando en un lugar llamado Twist Arkansas . Un pueblo de mala muerte. De esos en los que, si el músico la pifia, tiran botellines de cerveza con