Hopper
Hopper se pasó la vida pintando a gente sola. No es lo mismo ser un "solo" o una "sola", que estar solos. Ser y estar. Se lo digo mucho a mis alumnos, pero no terminan de entenderme. Y tienen su parte de razón. A veces yo misma no distingo si soy o estoy. ¿Soy c'est si bon o estoy blue?
A veces me dan miedo las pinturas de Hopper. No es un miedo a lo "Al final de la escalera". Es más un miedo a, de pronto, descubrirme en una de sus pinturas. En "El Retrato de Jenny" alguien descubría una pintura y se le helaban las vísceras. Al espectador también. Un artista es bueno cuando consigue que al voyeur se le queden congeladas las pupilas de puro miedo. El miedo lo mueve todo. No es el amor. No es el dinero. No es la salud. Es el miedo al desamor, a la pobreza, a la enfermedad. Un antiguo amante bukowskiano me decía (se excusaba) que le tenía miedo al miedo. A lo mejor no le sobraba ni tanto alcohol, ni tanta cocaína, ni tanta literatura.
A veces también me da miedo la trompeta de Miles Davis. Otras veces el pánico me lo produce una melodía engendrada por Chet Baker. No un miedo a que deje de sonar o a no poder salir nunca más de ella. Es otro miedo. Y sé que alguno de vosotros sabe a qué miedo me refiero.
Hopper se pasó la vida pintando a solos, que debe ser la máxima capacidad de dolor a la que puede llegar un ser humano. Me obsesiona la temática del pintor. Quizá debí haberme llamado Soledad. Pero el olvido no deja de ser una cara más del poliedro de la soledad.
Pd. Perdón por tantas láminas. Es que no sabía cuál era la más cruel.
Comentarios
Mientras, besos.
Un saludo
Con tu permiso volvere por aqui
Eluryan: muchas gracias. También son tuyas.
Capitán Tormentas: vuelve cada vez que la mar esté en calma. Mientras, un beso (de bienvenida)