Una tía con suerte
Anoche volvió a pasar. La música volvió a salvarme la vida. Una trompeta me hizo reír a carcajadas. Un solo de trombón me calentó los muslos y la entrepierna. Unos acordes de guitarra me hicieron morderme los labios. Unas notas de piano me pusieron de pie incapaz de ahogar un grito de placer. Un contrabajo me acarició la nuca y una batería me hizo cosquillas en las costillas, en el ombligo y en los senos. Anoche volvió a pasar. Una vez más me sentí en mitad del mayor espectáculo del mundo sin haber hecho nada para merecerlo. Mi vida es una concatenación de momentos de buena suerte. Tuve buena suerte el día que acabé en San Javier viendo a mi Wynton . Tuve una suerte increíble el día que escuché a Ron Carter en el Teatro Real. Mi suerte no pudo ser mayor el día que Roberto y yo nos quitamos el desengaño con ron y blues sexy en el Populart. Qué decir del día en que Manolo me llevó a probar las mieles de Avishai Cohen... Y anoche, una vez más, tuve suerte. La suerte de pode...