Regalos para fin de año
Ha sido un gran año después de todo. Me convertí en la señora del Hombre. Y él se convirtió en el señor de una chica a la que le gusta el jazz. Le regalé un disfraz de Peter Pan a mi sobrina_ojito_derecho. Quizá porque algo dentro de mí no quiere que crezca nunca. Quizá porque sus nervios poniéndose el disfraz me agarraron algo dentro de las entrañas que se parecía a esa Felicidad en mayúsculas con los que todos hemos soñado tantas veces. Conocí La Ciudad (o Nueva Orleans) y desde entonces tengo un ojo constántemente mirando ofertas de trabajo, vuelos y hoteles en esa ciudad. Recibí un regalo precioso de mi alma gemela que todavía no he contestado (él sabe perdonarme la espera, seguro). Obama me devolvió la fe en un país al que amo y odio a equilibrios iguales. Hubo cosas malas, como que H. se vaya de mi lado y ya no vaya a estar para guiñarme un ojo de soslayo. Pero no quiero acordarme ahora de eso. Ha sido un gran año. Y eso es lo que quiero llevarme hoy a la boca. A mí me queda poco...