Ray Charles At Newport
Porque es de esos discos que no son sólo discos. A veces, esa cosa redonda de plástico adopta la forma de guiño cómplice, de compañero de baile y de cerveza fresquita en medio del desierto. Porque tiene la habilidad de trasladarte al 5 de julio de 1958. Y no es una frase hecha. De verdad puedes ver a un señor calvito y entrado en carnes secando su frente con un pañuelo que lleva unas iniciales bordadas. Hay un periodista que espera al final de la actuación para conseguir tres declaraciones con las que rellenar su artículo. Hay un grupo de jóvenes que acaban de volver a nacer. Y también hay un niño que acaba de decidir que, cuando sea mayor, quiere ser ciego y quiere tocar el piano. Porque, llegada una edad, una no tiene más remedio que hacerse regalos a sí misma para no acabar pareciéndose a su madre. Así que, en lugar de limpiar el horno, te pones este disco en el equipo del salón y la casa se te llena de sexo y acordes (o viceversa). Porque cuando oyes los aplausos de 1958 piensas en...