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Mostrando entradas de mayo, 2009

Lo que pienso del cine

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No debe hacer ni un año. El escenario era un garito de Malasaña. Las lenguas de los Rolling adornaban unas paredes sucias, más por estética que por falta de higiene. Yo hablaba de Jazz, porque estaba con mi amigo Juan, que sabe de jazz lo que yo me moriré sin saber, y por ello a veces le envidio de una forma muy insana. (Juan, no sabes cuánto de echo de menos) Algunas noches nos juntábamos los cuatro (mi mejor amiga, Juan, que siempre se portó como el mejor amigo, El Hombre y yo). Cenábamos. Juan siempre pedía ensaladas, porque quería guardar la línea. Yo prefería platos menos sanos y más sabrosos. Él refunfuñaba un rato. Los fritos por la noche, los hidratos por la noche, la madre que nos parió por la noche... Y, entre tanto, divagábamos. Hablábamos de ya no se hacen películas como Manhattan , de ¿te gusta la Verve (casa discográfica)? ¿tú decías que te gustaba el jazz? , de ¿sabes que han sacado un libro de Coltrane? Ya lo tengo. Juan siempre lo tenía todo . Yo me burlaba de su pedan

Chau

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El domingo por la noche me sentí como un acantilado . El Hombre había llegado al salón y lo había dicho como quien no sabe donde enfocar la vista para no encontrarse con una mirada hueca o cadavérica. El domingo por la noche se me agolparon las cartas de amor adolescente. Fue una historia hermosa, idealizada como se idealizan todas las historias muertas antes de sangrar siquiera. Da igual cómo él se llamará. Sus cartas siempre traían dentro un poema de Benedetti. Él se fue, o me fui yo, pero el poeta siguió. Vinieron otros que siempre se fueron, o me fui yo, y dejé sin mis dudas / pobres y malheridas / sin mis inmadureces / sin mi veteranía. Compré libros suyos en librerías con solera. Recité un capítulo de Primavera con esquina rota tratando de creerme mejor persona. Le plagié sin ser del todo consciente en mis historias personales. Una noche lloré leyendo uno de sus relatos en voz alta. Aprendí que uno de los mejores regalos que puedes hacerle a alguien es leerle y dejarte leer en v

Lo que hay que leer...

Cuando el crítico Olin Downes y el compositor Elie Siegmeister recopilaron su Treasury of American Song en 1940 no incluyeron ningún tema de jazz porque: Las canciones de jazz son de corta vida, ya que sólo buscan valores de entretenimiento superficiales y son incapaces de enraizar profundamente en los sentimientos humanos La música en el cine , Russell Lack.

Just Squeeze Me

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Porque a veces necesitas que te arranquen la sonrisa de las caderas. No siempre la carcajada viene de fábrica. No siempre consigues olvidar la alergia a alguna florecilla horrible de esta tierra a ratos inhóspita... Porque a veces me harto de leer sesudos tratados sobre la música en el cine silente y lo que necesito es, simplemente, ponerme este disco, cerrar los ojos, bailar para Duke un rato y guiñarle un ojo lleno de picardía a Louis. Ahora, que el calor aprieta, llevo un short que compré en su ciudad. En la parte trasera (o en mi culo) se lee "Bourbon Street". Así que también le hago un golpe de cadera cómplice al amigo Louis, para que sepa que yo también me volví loca de amor por Nueva Orleans. Todo eso, con los ojos cerrados, en este instante que es sólo mío. Ni del Hombre, ni de mi Director de Tesis, ni de mi verdadero Director de T(H)esis... I'm just a lucky so and so , bluesea Armstrong mientras Duke acaricia de esa manera tan suya y tan única las teclas de algo

Tarde de fiesta

Desmenuzando, sacando citas, saltando a otras informaciones gracias a La música en el cine de Michel Chion. Buscando desesperadamente un cortometraje perdido. A mi alma gemela ya se lo conté un día. La Original Dixieland (Jazz) Band, no sé si antes o después de incluir Jazz a su nombre, salieron en un cortometraje. Corría, también, el año 1917. Era (también) la primera vez que unos músicos de jazz aparecían delante del objetivo en una película. The Good for nothing , de Carlyle Blackwell. La película parece perdida. ¿He contado alguna vez lo insistente/yonki que puedo llegar a ser? Necesito verla. Desmenuzando a Michel Chion esta tarde de fiesta. Escuchaba a El Cantor de Jazz y le acosaba por twitter. Creo que ya no me falta ninguna herramienta web 2.0 a la que afiliarme. Después de embobarme con su selección musical y su voz acogedora, he decidido descargarme sus antiguos regalos y escucharlos en el ipod cuando apague la luz de la mesilla de noche. Habla Chion de La Calle 42 y dice