Una tía con suerte



Anoche volvió a pasar. La música volvió a salvarme la vida. Una trompeta me hizo reír a carcajadas. Un solo de trombón me calentó los muslos y la entrepierna. Unos acordes de guitarra me hicieron morderme los labios. Unas notas de piano me pusieron de pie incapaz de ahogar un grito de placer. Un contrabajo me acarició la nuca y una batería me hizo cosquillas en las costillas, en el ombligo y en los senos.

Anoche volvió a pasar. Una vez más me sentí en mitad del mayor espectáculo del mundo sin haber hecho nada para merecerlo. Mi vida es una concatenación de momentos de buena suerte. Tuve buena suerte el día que acabé en San Javier viendo a mi Wynton. Tuve una suerte increíble el día que escuché a Ron Carter en el Teatro Real. Mi suerte no pudo ser mayor el día que Roberto y yo nos quitamos el desengaño con ron y blues sexy en el Populart. Qué decir del día en que Manolo me llevó a probar las mieles de Avishai Cohen... Y anoche, una vez más, tuve suerte. La suerte de poder disfrutar a Zenet (un gigante que llena teatros) en un club tan íntimo y tan mío como el Central.

Zenet es bueno. Diría más, es una bestia parda que te pone el mundo patas arriba. Es un canalla al que te apetece callar a besos porque, gracias a él, recuerdas lo mucho "que te ponen los feos". Es un gamberro que te desmonta tus creencias musicales y te las vuelve a montar en una mágica termita de la que quieres beber para siempre. Zenet es bueno, pero sus músicos... Aaaaaaaaayyyyyyyyyyyyyy, sus músicos. Solo con pensar en ellos se me encienden todos los calores de mi cuerpo, se ilumina la habitación con la sonrisa que me sacan en esta mañana de resaca armónica y me llevo la mano a los labios como queriendo retener y recordar ese beso que, sin ellos probablemente saberlo, me dieron anoche con sus acordes. Sus músicos. Uuuuuffffffff. Me estremece el recuerdo de ayer. Y es que anoche volvió a pasar. Anoche esos músicos me hicieron sentir muy bien amada, me dejaron satisfecha, pletórica y encendida. Más que la mayoría de los hombres que alguna vez me amaron. Y es que anoche esos músicos volvieron a recordarme que soy una tía con suerte.

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