Shadows

Siempre me gustaron las sombras de manos.

Cuando era pequeña, le pedía a mi abuelo que me hiciera un conejo en la pared, o una gaviota sobre el mar, o un hombre pensativo encima del cabecero de mi cama.

Siempre encuentro un motivo para acordarme de él, de su boina a medio lado, que no intentaba imitar al Che sino a un hombre con poco pelo y demasiadas horas bajo el sol.

Tengo una nueva compañera de trabajo que me ha regalado una preciosidad esta tarde. Y ya sabéis que no me gusta quedarme estas cosas para mí sola...






Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Mi abuelo también llevaba boina.

Besos in the shadows.
Eluryan ha dicho que…
Me ha encantado, sigue compartiendo cosas así, es estupendo.
Besitos

Entradas populares de este blog

365 días

Un poema

Johnny Staccato